Miquel Giménez-Vozpópuli
Quizá a muchos les ha sorprendido su vuelta al ruedo criticando al Gobierno de Sánchez. Pero no es casual. El expresidente tiene sus razones
Al calificarlo de camarote de los Hermanos Marx, el viejo dirigente socialista tiraba con bala contra la coalición gubernamental. Me recordó cuando planteó en un congreso del PSOE que antes que marxista había que ser socialista. Porque su intención, incluso antes de la legalización del PSOE, fue abandonar en el desván al viejo PSOE de Largo Caballero, la revolución de Asturias, la Motorizada y el yate Vita. Tuvo que eliminar a los viejos dirigentes encabezados por Llopis y crear prácticamente de la nada un partido. Apoyado por Willy Brandt y la poderosa fundación Ebert, Felipe González colocó en la casilla de salida una organización socialdemócrata inspirada en Palme, Kreisky, Mitterrand, Brandt, evidentemente, y aquellos viejos laboristas británicos continuadores de la obra de Atlee y su Welfare State. Se trataba de conjurar al comunismo, a los partidos de corte fascista que en Italia, singularmente, tenían en el MSI de Giorgio Almirante un apoyo más que notable y ocupar, así, un espacio de centro izquierda básico en cualquier democracia.
Lo logró mediante una hábil maniobra: él se quedaba como interlocutor de las élites económicas y políticas, auxiliado por Boyer y Javier Solana, dejando para Alfonso Guerra el papel de líder de los descamisaos, el de flagelo a la derechona, el de guardián de las esencias. La dupla funcionó tanto que el partido comunista se quedó prácticamente en la pura indigencia. Y, con Felipe en el Gobierno, con todas las sombras que se quieran que fueron muchas, sin duda, España entró en Europa, en la OTAN, se celebraron los JJOO de Barcelona, la EXPO de Sevilla, la cumbre árabe-israelí de Madrid y Occidente veía con buenos ojos a un Gobierno reformista con los pies en la banca y la imaginación en los mítines. Que el expresidente lo entendió todo a la primera lo refleja una anécdota que le oí en persona. “La primera vez que hablé con Botín me di cuenta de quién mandaba de verdad en España”. Tal cual.
Su obra, la de un PSOE alejado de marxismos y maximalismos, se ha ido al garete por obra y gracia de Sánchez, entregado al neocomunismo de Podemos
Ahora Felipe se vuelve a situar bajo los focos de la actualidad, pero para entender sus razones hay que tener en cuenta lo anteriormente dicho. Su obra, la de un PSOE alejado de marxismos y maximalismos, se ha ido al garete por obra y gracia de Pedro Sánchez, entregado al neocomunismo de Podemos, con las consecuencias que supone para España y su orden constitucional. Debido a la excelente relación que González ha mantenido siempre con el rey emérito, no ha sido baladí la caza a la que se está viendo sometido. Felipe opina, y no es el único, que de lo que se trata en realidad es de abatir, no a don Juan Carlos, sino a la Corona. Había que decir algo, pues, y él ha salido a dar el primer paso.
En una cena celebrada la semana pasada en la que se encontraban presentes algunas personalidades para analizar la gravísima situación de golpe de Estado blando que vivimos, Felipe habría dicho, cuentan, que lo más urgente es alejar a Podemos del Gobierno. “Sin cargos que repartirse, se acabarán matando entre ellos”, en alusión a la situación de peleas, agravios y escisiones en la formación morada antes de formar parte del ejecutivo. Felipe opta por un pacto de gobierno con Arrimadas y otro de legislatura con Casado que abarcaría tres grandes bloques: economía, territorialidad y política exterior. Eliminados los podemitas de la ecuación, al líder popular le resultaría más fácil llegar a acuerdos con un Gobierno bicolor de socialistas y naranjas.
Aquí entraría Arrimadas como vicepresidenta y la sustitución de personajes como Ábalos o Lastra por dirigentes territoriales moderados de uno u otro partido. Cuando a Felipe alguien le preguntó, nos dicen, como podría hacerse esto con Sánchez, el viejo león sevillano sonrió zorrunamente y dijo: “A ese lo único que le interesa es seguir siendo presidente. Si se lo garantizamos, y dejamos que las cámaras lo enfoquen mucho, acabará por aceptar. Solo es ego”.
Terrible definición para un político. Nos dicen también que Botín y Prisa estarían en la operación junto a otros pesos pesados de la banca y los medios. De ahí el giro, apuntan, que algunos han empezado a dar respecto al Gobierno, aumentando su nivel de crítica. Resulta difícil predecir el éxito de esta maniobra que nos susurran personas pertenecientes a círculos importantes, pero sería una excelente noticia.
Porque, según Felipe, todo es cuestión de precio y Sánchez es hombre que lo tiene enganchado en la manga de la chaqueta. Eso no lo dice Felipe, lo digo yo.