Olatz Barriuso-El Correo
- El PNV abrirá esta semana el curso político con un mensaje pedagógico, también en clave interna, para explicar su cuestionado alineamiento con el bloque de izquierdas
Queda un mes para la sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo y el PNVse prepara para vivir otras cuatro semanas en el ojo del huracán. Un protagonismo, no del todo indeseado, en el que los jeltzales viven instalados desde el 23-J, cuando la aritmética electoral otorgó a sus cinco escaños el poder de decantar la balanza del lado del PP. Cuatro semanas que Sabin Etxea, según su propia percepción, tendrá que aprovechar para reforzar su parapeto contra los cantos de sirena, externos pero también internos, que le empujan hacia una abstención que al menos dé opciones al candidato popular o directamente hacia el sí que le haría presidente. Porque, pese a la «campaña» de presión que detectan para forzarles a cambiar el paso y que hace a muchos recordar las frenéticas horas previas a la moción de censura que tumbó a Rajoy, la dirección comandada por Andoni Ortuzar no tiene la más mínima intención de dejarse seducir por un runrún que –están convencidos– sólo les conduciría a la escollera.
Septiembre será, por lo tanto, el momento en el que el PNVpase los deberes a limpio e intente cargarse de razones para justificar su alineamiento en el bloque de izquierdas que apoyará a Pedro Sánchez –a la espera de Junts, con quien la cúpula peneuvista ha estrechado lazos en las últimas semanas–, a pesar de los magros réditos que ese apoyo le ha reportado, en términos sobre todo de rentabilidad electoral.
El tradicional acto político de apertura del curso en Zarautz servirá este viernes para que Ortuzar lance un mensaje con el que hacer pedagogía hacia fuera y hacia dentro, un discurso muy pensado y medido al milímetro, al que el PNV concede la máxima trascendencia. Porque en Sabin Etxea son conscientes de que un sector de sus militantes y sus votantes se identifican, en todo o en parte, con las tesis que el exdiputado general de Bizkaia José Alberto Pradera expuso en su comentada entrevista de este domingo en ELCORREO, en la que abogaba por la abstención en la investidura de Feijóo y por romper amarras con un bloque que sitúa al PNV en el mismo «cesto» que su principal rival en las próximas autonómicas, EHBildu. Un sentir extendido entre los ‘mayores’ del partido, muy críticos con una deriva que, entienden, está alejando a los jeltzales de la centralidad e instalando a su electorado tradicional en el pasotismo abstencionista.
No obstante, la cúpula peneuvista cree que ese sector no es, ni mucho menos, el predominante entre su base social, «mayoritariamente progresista». Ya desde hace años, en cuestiones de índole ética, moral y social (aborto, eutanasia, ley trans…), los jeltzales han ido girando hacia la izquierda y no se van a detener ahora. Sabin Etxea está persuadida de que lo contrario merecería un castigo aún mayor en una Euskadi muy hostil con la derecha española. Creen además que Vox sigue estando en la ecuación, pese a haber ofrecido a Feijóo sus votos sin ministerios a cambio. «Ya, ¿y con quién sacaría en esa hipótesis Feijóo las leyes, los Presupuestos? Necesitaría a Vox para todo, incluso para aprobar las supuestas contrapartidas que nos ofreciera a nosotros. No tiene ningún sentido», argumentan.
Pero a la cuestión «de principios» que les impide mezclarse siquiera numéricamente con «los herederos del franquismo», se suman otras razones de peso. De mucho peso. Y no solo la cercanía de unas autonómicas en las que Urkullu, que este martes cerrará filas con su partido en Miramar, tiene todas las papeletas para repetir como candidato. Es sobre todo, el después de esa cita, en el que el PNV volverá a necesitar pactar con el PSE, presumiblemente ya sin mayoría absoluta, el que preocupa. Porque cambiar de caballo ahora supondría abrir la puerta de par en par al tripartito de izquierdas. Y porque, creen, su resistencia numantina a Vox les cargaría en una hipotética repetición electoral de los argumentos que no tuvieron en la última campaña. En todo caso, nadie en el PNVcree que la legislatura de Sánchez, si llega a arrancar, vaya a agotarse. Tiempo habría, a medio plazo, de reubicarse.