Esa es al menos la respuesta en forma de eslogan que ayer desgranó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ante los eurodiputados en su discurso del estado de la Unión que comenzó reconociendo que seguía sin haber suficiente Europa ni suficiente Unión, tal y como había constatado ya en el mismo escenario de Estrasburgo hace un año. «La Unión no está en su mejor momento, muchas cosas no han cambiado a mejor», dijo Juncker, que habló de «crisis existencial».
La crisis migratoria, política y de valores, la falta de seguridad y de capacidad de reacción ante los principales acontecimientos exteriores y la aún frágil recuperación económica dibujan, junto al Brexit, un futuro cuanto menos incierto para la Unión que se ve, más que nunca, en la obligación de reaccionar si quiere permanecer fiel a su espíritu y evitar acabar hecha añicos. El desafío es mayor y necesita empeño y aunar fuerzas, una habilidad que Juncker demostró en varias ocasiones cuando estaba al frente del Eurogrupo poco ha exhibido aún en su etapa al frente del ejecutivo comunitario. Ayer pidió un esfuerzo a los países asegurándoles que si bien no pretende que los socios se conviertan una especie de magma uniforme, sí es necesaria mayor integración. «La Comisión Europea no ambiciona en ningún caso sustituir a los estados. No estamos aquí para destruir, estamos aquí para construir y queremos una Europa mejor», aseguró.
Una Europa mejor, pero sobre todo una Europa más segura. Aunque Juncker volvió a afearle brevemente la conducta a aquellos países que no han mostrado solidaridad alguna a la hora de acoger a refugiados y pidió ayudar a los menores que llegan a la UE sin acompañantes, en esta ocasión su discurso se concentró sobre todo en la falta de seguridad y de control en las fronteras exteriores. Según Juncker, «el próximo año va a ser crucial para poder dar resultados concretos a una Europa que proteja a los ciudadanos». Estos resultados, el presidente de la Comisión espera lograrlos a través de un refuerzo de la guarda fronteriza europea, Frontex, que cuenta, según recordó, con más de 600 agentes en Grecia y 100 en Bulgaria, dos países de paso para los migrantes que viajan desde Turquía. Para octubre pretende que se desplieguen otros 200 agentes y 50 vehículos suplementarios en territorio búlgaro.
Sin embargo, la principal medida para controlar las entradas y salidas de territorio europeo será el nuevo «sistema de información de viaje» en la que ya trabaja la Comisión Europea y que presentará, según avanzó Juncker, el próximo mes de noviembre. «Cada vez que una persona entre en la UE o salga de su territorio quedará registrada la fecha, el lugar y el motivo de desplazamiento», explicó. Sería una suerte de formulario ESTA empleado por Estados Unidos con el que los países europeos podrán acceder a la autorización de cada individuo que entre en Europa «incluso antes de que viaje», aseguró, para así poder tener un control mucho más estricto que el actual.
Para hacer frente al fenómeno migratorio, el dirigente europeo también anunció su intención de crear un «cuerpo de solidaridad con jóvenes» que entre en funcionamiento «cuanto antes». Juncker espera tener a 100.000 jóvenes de aquí a 2020 para que «participen y desarrollen sus capacidades y habilidades, además de adquirir una experiencia humana incalculable».
La otra gran intención que desveló el jefe del Ejecutivo comunitario fue la de mejorar la Defensa de la UE. «Europa siempre ha estado orgullosa de ser un poder blando», recordó el luxemburgués antes de mostrarse contrariado por la ausencia de un puesto en la mesa de negociaciones sobre el futuro de Siria en la que Rusia y Estados Unidos ocupan los dos sillones principales. «Las consecuencias del conflicto de Siria para la UE son inmediatas, pero ¿dónde estamos en las negociaciones para poner fin al conflicto?», preguntó Juncker de forma retórica.
En este punto, alabó el trabajo hecho por Federica Mogherini, la Alta Representante de la UE en el Exterior, para quien pidió la creación de un puesto de «verdadera» ministra de Asuntos Exteriores de Europa «que reúna la fuerza de las diplomacias europeas para tener peso».
Juncker pidió la creación de un cuartel general militar, una idea que sin embargo varios países, España incluida, no considera prioritaria. «A lo largo de los últimos 10 años hemos participado en más de 30 misiones civiles y militares pero sin estructura permanente no podemos actuar con eficacia», aseguró, antes de puntualizar que dicho cuartel existiría «de manera complementaria con la OTAN». El presidente de la CE también esgrimió el argumento económico a favor de la puesta en marcha de esta idea al mencionar que «la falta de cooperación en materia europea de Defensa nos cuesta entre 20.000 y 100.000 millones de euros al año».