- Ya admite que seguirá gobernando sin Presupuestos Generales del Estado a pesar de haberle exigido a Rajoy en 2018 elecciones si no aprobaba los Presupuestos. Para el cínico Sánchez de entonces, la tesitura era aprobar presupuestos o convocar elecciones
Mientras toda Europa habla de rearme, sin medias tintas ni eufemismos al uso, Sánchez rehúye la palabra por la connotación bélica que lleva implícita y trata de sustituirla con eufemismos sobre seguridad e inteligencia artificial. Y no tanto por una convicción personal de rechazo a una conflagración, dado que a este le da igual una cosa o su contraria si a cambio de apoyarla él sigue en el poder, sino para no molestar a sus socios de Gobierno y parlamentarios, contrarios a toda guerra que no esté patrocinada por Putin.
Escenificada explícitamente la ruptura del Gobierno en el Congreso, con Yolanda Díaz al frente del «no» a un incremento del gasto militar, y el añadido extemporáneo de solicitar el abandono de la OTAN y pedir su desaparición, Sánchez se ha quedado sin margen para presentarse en Bruselas al frente de un Gobierno cohesionado y comprometido con la defensa europea frente a la potencial amenaza rusa.
Europa está por el rearme, el incremento de sus arsenales y por el aumento del gasto militar en hombres y armamento porque entiende que a tipos como Putin no se les disuade con palabras para mantener la paz, sino con poderío militar. Cobran actualidad estos días las críticas palabras de Churchill al «premier» Chamberlain a su vuelta de Múnich tras entregarle a Hitler los Sudetes para evitar la guerra: «Entre la guerra y el deshonor, habéis elegido el deshonor, y tendréis la guerra».
Ante la exigente realidad de rearmarse que comparten los países miembros de la UE, el Ejecutivo español se fractura y evidencia su debilidad en un tema capital y trascendente.
Un presidente de gobierno firmemente convencido de que la democracia es un sistema político en el que cuando te falla la mayoría parlamentaria no tienes otra que acudir a las urnas, (así lo hemos visto en Alemania y Portugal estos últimos meses ), no perdería más tiempo en prolongar su precariedad gubernamental y convocaría elecciones ya. Y no sólo para que el nuevo Gobierno afronte los retos de este nuevo tiempo que obliga a Europa a hacerse mayor decidiendo sobre asuntos que antes se lidiaban bajo la supervisión y el paraguas del amigo americano, un poco harto de gorrones y jetas, sino para embridar unos exigibles Presupuestos del Estado que recojan la ineludible obligación de invertir en Defensa hasta llegar al 3%.
Esa, la convocatoria de elecciones, sería la salida honesta y con sentido de Estado de un dirigente político que no estuviera enfermo de poder como Sánchez y que le importara no quedar una y otra vez en evidencia por su incoherencia y por faltar a la palabra dada. Sánchez, sin embargo, juega otra liga, la de los supuestos demócratas que una vez llegan al gobierno se corrompen políticamente y devienen en autócratas desvergonzados que hacen todo lo contrario que predicaban y exigían en la oposición.
Ya admite que seguirá gobernando sin Presupuestos Generales del Estado a pesar de haberle exigido a Rajoy en 2018 elecciones si no aprobaba los Presupuestos. Para el cínico Sánchez de entonces, la tesitura era aprobar presupuestos o convocar elecciones «ya que un gobierno sin presupuestos es un gobierno que no gobierna nada y gobernar, –decía el muy hipócrita–, no consiste en vivir en la Moncloa». Justamente lo que él está haciendo ahora. Vivir en la Moncloa y sin presupuestos. No cabe mayor golfería.