Juan Pablo Colmenarejo-ABC
- Sánchez no tiene un resultado para presumir, suma otra sonora derrota en un desgaste tan pronunciado como inevitable
Los electores han confirmado la tendencia de los sondeos desde que la dirección nacional del PP decidió oscurecer a la presidenta de Madrid. Ayuso llegó hasta los votantes del PSOE, se merendó a Ciudadanos y, a diferencia de Castilla y León, frenó la fuga hacia Vox. No han colado los elogios de Mañueco a Ayuso después de hacerle el vacío, como casi todo el PP, durante la pandemia. Tampoco el adelanto electoral para acortar la legislatura de Sánchez en el camino imaginario de Casado a la Moncloa y de paso diluir la victoria de Ayuso. La expectativa general del PP vuelve al mismo sitio de hace un año tras confirmar la desaparición en Cataluña. Tocado en febrero, el mes de las rebajas, con descuentos en Castilla y León y el regalo de un tal Casero a Sánchez en la reforma laboral. «Ganar no significa gobernar». Lo dijo el presidente del Gobierno, un especialista en la materia, durante el cierre de la campaña electoral en Valladolid. El PSOE trató de aprovechar durante la última semana el siniestro no forzado del PP en su pelea consigo mismo. Se lo notó al presidente del Gobierno que la cornada de las expectativas de los populares iba a acabar en puntazo sin necesidad de enfermería. A diferencia de Madrid, el resultado del 13-F le entrega el botón de la alarma: ¡Qué viene la extrema derecha! El PP apretado por Vox, a dos manos. Sánchez no tiene un resultado para presumir, suma otra sonora derrota en un desgaste tan pronunciado como inevitable. Al presidente le da lo mismo, compensa con el ascenso de Vox que le regala aire para alargar la supervivencia, su única forma de gobierno, a cualquier precio. Mañueco se ha pasado el final de campaña sacando de la lista de culpables a Casado. De hecho, el viernes ya expresaba en privado su arrepentimiento por haber disuelto el parlamento regional antes de tiempo. Para este viaje mejor con Ciudadanos en las alforjas. Vox ocupa el lugar con su nacionalismo bizarro y populista. Se limitan a esperar lo que les dé el PP que ha decidido dedicar el mes de febrero, a lo que corresponde, a las rebajas. Alguien ha vuelto a salvar a Sánchez.