Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 1/3/12
En el último año de la legislatura, acuciado por los adversos presagios de la avalancha electoral PNV-Bildu, el Gobierno vasco de Patxi López dinamitará las exigencias del déficit exigido. De hecho, para que nadie se llame a engaño, el propio lehendakari ya ha dado carta de solemnidad a su rebeldía presupuestaria, anunciando que no renunciará a las prestaciones sociales, a la sostenibilidad ni a la promoción del empleo, consciente de que para cumplirlo no le queda otra salida de emergencia que seguirse endeudando porque nadie espera que mejore la debilitada recaudación.
Tras conocer que el déficit en Euskadi ha duplicado (2,54%) la previsión (1,3%)sobre la que se trazó el presupuesto de 2012, nadie se ha puesto nervioso, sin embargo, en el Gobierno vasco. Entienden que les queda aire suficiente para acometer sin agobios la recta final de su gestión y que disfrutan de una situación comparativa que para así quisieran otras comunidades. Por tanto, sobre esta tranquilidad, vigilada eso sí, Patxi López va a mantener su solitaria cruzada ya iniciada en favor de una reforma fiscal consecuente y de un debate sobre la racionalidad del enntramado institucional. Sin duda, una travesía por el desierto de la incomprensión política, condicionada en exceso a la rentabilidad electoral.
En el empeño, que llegará hasta la propia campaña de las autonómicas como seña de identidad socialista, difícilmente encontrará respaldo alguno. Ni PNV (Joseba Egibar) ni PP (Antonio Basagoiti), ambos con una Diputación en la mano cada uno, secundarán este debate por su propia convicción política, aunque no convendría olvidar que la recaudación tributaria en Euskadi -competencia de los entes forales- ha caído en 1.000 millones de euros, una magnitud suficiente que, en sí mismo, entraña un problema. Quizá esta debilidad en los ingresos tributarios explique la templada crítica que nacionalistas y populares han propinado al notorio desfase del déficit en las cuentas del Gobierno vasco. Posiblemente sus portavoces son conscientes de que también las Diputaciones vascas, donde tienen responsabilidad, vienen sufriendo importantes desequilibrios presupuestarios, a los que, al igual que ellehendakari, tampoco van a renunciar porque se resisten a sacrificar su acción política por encima de los rigores enconsertados del déficit.
Así las cosas, desde Euskadi, Mariano Rajoy debe ser que tendrá un problema para ajustar el déficit del Estado. Pero, en realidad, es algo más: supone la aplicación desafiante de una política económica alternativa a las exigencias ultraliberales que han tomado posesión del marco europeo. Con este discurso, López encarará los últimos meses de su gestión, consciente de que, al tiempo que rescata un mensaje propio que procure la revitalización socialista, se habilita un espacio en la pelea autonómica llamada a enfrascarse en el debate identitario.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 1/3/12