Ahora, con las sospechas de nuevas negociaciones con ETA –enredadas por algún interlocutor socialista de primer orden–, los recelos sólo se desvanecen cuando la policía actúa deteniendo a sospechosos. La redada de ayer ha facilitado la incautación de documentos que vienen a cargar de razón a los escépticos.
Desde que ETA intentó callarlo para siempre, atravesándole la garganta con una bala, han pasado ya 10 años. Ayer se cumplió una década de aquella tarde aciaga en la que el ex consejero del Gobierno Vasco en tiempos del lehendakari Ardanza y luchador comprometido durante el franquismo, volvió a nacer. A José Ramón Recalde, que pertenece a la quinta del artista Agustín Ibarrola, no le gusta ir de víctima del terrorismo pero las secuelas que le dejaron los terroristas traspasan su voluntad de pasar desapercibido. Por eso, cuando los periodistas le preguntan si recuerda a menudo el terrible atentado que sufrió aquella tarde del 14 de setiembre del año 2000, responde que le ocurre siempre que se escucha.
Parece una ironía o una actitud de rebeldía ante su propia situación, pero Recalde lo único que hace es transmitir una descripción. Recuerda que volvió a nacer cada vez que escucha su voz porque, desde entonces, tiene dificultades de dicción y molestias en la garganta que le impiden expresarse con la claridad con la que se ha mostrado toda su vida. Con la misma naturalidad con que desveló a su mujer María Teresa Castells qué había ocurrido la tarde del atentado cuando ella preguntó «¿qué ha sido?» y el contestó «un tiro» y cuando María Teresa quiso saber más, «¿pero a quién han disparado?», se encontró con la respuesta que nunca hubiera querido oír: «a mí».
Desde entonces Recalde sigue tan lúcido. Y el tiempo de espera de que Euskadi sea libre le ha ido decepcionando. Porque en el 2006, cuando Zapatero se metió en la negociación con ETA, el ex consejero vasco descontaba ya los días sentenciando que los terroristas ya estaban derrotados aunque les costaría admitirlo. Eran tiempos de «parón» de atentados y el catedrático se mostraba esperanzado, aunque manteniendo unos principios firmes en torno a un final de ETA sin condiciones.
Ahora, con las sospechas de nuevas negociaciones entre el Gobierno y ETA, alimentadas sobre todo por algún sector minoritario que sigue sin fiarse de los socialistas y enredadas, a la vez, por algún interlocutor socialista de primer orden, sólo se desvanecen los recelos cuando la policía actúa deteniendo como ayer a los sospechosos de pertenecer a ETA. La redada ordenada por el juez Grande Marlaska ha facilitado la incautación de documentos que vienen a cargar de razón a los escépticos. No por casualidad sabemos ahora que desde Ekin se quería neutralizar a los más proclives de Batasuna a forzar el fin de la pesadilla.
Al profesor Recalde le habrá parecido que desde el 2006 el fin de ETA está siendo más largo de lo que parecía. Por eso ahora vuelve a enarbolar la bandera de la perspicacia para alertar que los terroristas, dicen que están con la mano tendida «pero con una pistola por delante». El escepticismo no desaparecerá hasta que se corte el último tentáculo de la trama. En el avance hacia el epílogo de esta tragedia el nuevo Gobierno Vasco le está quitando el oxígeno a los terroristas. Me encontré con el profesor Recalde en el Parlamento Vasco cuando resultó elegido Patxi López lehendakari. Quizás por eso se mostró tan contento.
Tonia Etxarri, EL DIARIO VASCO, 15/9/2010