Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Permítame seguir un momento con el tema de ayer, con la propuesta de Confebask desvelada por nuestro periódico para «invertir en fiscalidad», es decir, buscar un modelo dirigido a aumentar la base imponible sin obsesionarse con los tipos impositivos. Ya sé que son muchos a quienes esto de endurecer los tipos y ver sufrir a las empresas -a las que le pagan a él los salarios-, les provoca un gozo extraordinario. También calificábamos la propuesta de los empresarios vascos de ‘carta a los Reyes Magos’, lo que equivalía a decir que lo allí pedido era en realidad una suma de ‘regalos’. Discrepo, aun a riesgo de que me rebajen el sueldo.
Se trata de utilizar los medios que tenemos a nuestro alcance para estimular las inversiones internas y captar una parte mayor de las externas. Y eso, se mire como se mire pasa, entre otras varias cuestiones, por ofrecer un esquema fiscal que resulte atractivo o, para que suene menos liberal -¡lagarto, lagarto!- que resulte promotor de la actividad.
Por supuesto que entre la rebaja de los impuestos y el aumento de las bases imponibles no hay una relación automática e inexorable y por eso, la revisión hay que hacerla con sentido, prudencia y cabeza, dirigiendo las ventajas hacia el fomento de la inversión productiva y la contratación.
Le pongo un ejemplo de nuestros días. La mayor, y probablemente más efectiva crítica que ha lanzado el Gobierno socialista y los partidos que le apoyan, a quienes a su vez critican el sistema bilateral de financiación autonómica es que las comunidades regidas por el PP se dedican a rebajar impuestos a sus ciudadanos, para pedir después más fondos al Estado.
¿Es eso verdad? Veamos el caso de Madrid, que tanto desquicia a la Moncloa. La Comunidad de Madrid cuenta con un millón de habitantes menos que Cataluña. En los últimos tiempos, desde 2019, ha desplegado toda una batería de rebajas fiscales, 21 en total, que han supuesto un ahorro de 31.000 millones de euros a sus habitantes.
Por su parte, Cataluña dispone de un montón de impuestos propios que regula a voluntad y lo hace casi siempre en el sentido de aumentar la presión fiscal que recae sobre la actividad económica. ¿Cuál es el resultado final de la ecuación? Pues que Madrid, con ese millón menos de habitantes obtiene una recaudación que es casi un 25% superior a la de Cataluña. Es posible que los datos sean puro fango, pero han sido elaborados con información proporcionada por la Agencia Estatal de Administración Tributaria. ¿Todo se explica porque en Madrid se localizan los ministerios? Pues no es cierto, pero si eso le tranquiliza…