ABC-LUIS VENTOSO
La polémica del debate retrata de nuevo la catadura de Sánchez
COMO advirtió sagazmente Abraham Lincoln: «Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo». El recorrido de Sánchez por la vida pública ha resultado un recital de fullerías, pero siempre se las fue apañando para engañar a unos u otros y sobrevivir. Ha hecho cosas realmente graves, que en una democracia más rigurosa te cuestan el puesto, como faltar a la verdad en sede parlamentaria, o utilizar la oficina de prensa de La Moncloa para emitir un comunicado falsario a fin de intentar sacudirse las pruebas de plagios en su tesis. El Sánchez que comparaba a Torra con Le Pen pasó en solo cinco meses a gobernar con el apoyo de los partidos golpistas y Bildu. Incluso firmó un pacto secreto de 21 puntos con el presidente separatista catalán, que cuando Torra lo destapó resultó tan escandaloso que se vio forzado a convocar elecciones. Ha cortejado a Otegui para que le visase sus decretos propagandísticos. Ha destacado por su falta de respeto a las instituciones democráticas y al juego limpio. Con descaro inédito, ha convertido en arietes partidistas unos organismos del Estado pagados por todos los españoles, sean de izquierdas o derechas, como RTVE y el CIS.
Por eso resulta curioso que al final sea una polémica imprevista, la de los debates electorales, la que desvela por todo lo alto la catadura de Sánchez. Desoyendo a Lincoln, se creció tanto que pensó que ya podía engañar a todo el mundo todo el tiempo. Pero sus añagazas con los debates han logrado el milagro de poner de acuerdo a PP, Cs y Podemos, que protestan soliviantados y anuncian su intención de no concurrir. Su descaro en la manipulación de RVTE resulta tan notorio que el consejo de los periodistas del Ente Público, de marcado sesgo proizquierdista, se quejó ayer airado de las maniobras tejidas mano a mano por Rosa María Mateo y Ferraz.
Un resumen del culebrón explica cómo las gasta Sánchez. Primero rechazó la oferta de debate de RTVE, porque quería que estuviese presente Vox, a fin de que los partidos de derecha polemizasen entre sí y presentarse como el gran estadista moderado y santurrón. Así que dijo «no» a RTVE y a dedo entregó el debate a Atresmedia –la compañía que le ha editado su libro–, aceptando la fecha del día 23. Pero Sánchez no contaba con la Junta Electoral, que de manera insólita impidió la participación de Vox. El debate a cuatro ya no le venía bien, así que, cambiando de idea, ayer remarcó que debe acogerlo la televisión pública, jeta absoluta, pues él mismo impuso días atrás una privada. Fiel servidora de su señor, Rosa María Mateo fijó el debate a cuatro de RTVE para el mismo día en que lo tenía previsto Atresmedia, a fin de evitar que esta cadena siguiese adelante dejando vacío el atril de Sánchez. Toda esta maniobra fulera ha indignado al resto de partidos y a los periodistas de RTVE (y también a la propia Atresmedia, con lo que Sánchez ha calculado mal, pues pueden pasar de apoyarlo a criticarlo).
El resumen del culebrón cabe en dos palabras: Puro Sánchez. No hay más que explicar.