Editorial-El Español

Con el balance de muertos por la Dana ascendiendo en el último recuento a 223, la batalla política entre Gobierno, oposición y Generalidad no sólo no ha amainado, sino que se ha intensificado durante las últimas horas con el objetivo de volcar la máxima responsabilidad posible en el terreno del rival político y la menor en el propio.

Por razones obvias, el Gobierno está poniendo el foco en lo ocurrido durante las horas previas a la Dana, mientras que la Generalidad Valenciana lo está poniendo en las horas siguientes, las de la respuesta tras la catástrofe, así como en los fallos de un sistema de prevención y alerta que los hechos han demostrado muy mejorable.

Pero esa batalla no es la que les interesa hoy a los ciudadanos valencianos y a los del resto de España. Porque la normalidad está muy lejos de haberse restablecido en los pueblos afectados y porque las labores de búsqueda de los desaparecidos y de desescombro siguen en marcha, y sin visos de un pronto final.

EL ESPAÑOL cree que no es el momento de campañas de imputación de responsabilidades políticas ni para debates sobre cómo, cuándo y en qué sentido deben reformarse los servicios de protección civil frente a desastres como este.

Tiempo habrá para ello en el futuro.

Los responsables políticos responderán en su día acerca de su responsabilidad, como corresponde en una democracia que cuenta con sistemas de rendición de cuentas sólidos, pero también con una prensa libre que no dudará en hacer su trabajo y denunciar a quiénes no hayan hecho correctamente su trabajo. Tanto antes como durante y después de la Dana. Y esos responsables políticos responderán, sin duda alguna, por sus inacciones, ausencias y presuntas dejaciones de función.

Que ningún español tenga la menor duda de ello.

Pero ahora hay una necesidad urgente, que es la de reconstruir la zona afectada por la Dana y recuperar en la medida de lo posible la normalidad ciudadana. Y a esa tarea es a la que deben dedicar las administraciones competentes toda su energía.

Ver al Gobierno, a la Generalidad y a las agencias y organismos involucrados en este tipo de emergencias perder tiempo y dedicar sus esfuerzos a iniciar batallas políticas o a responder a las informaciones que se filtran interesadamente desde la trinchera política opuesta resulta desesperante.

Los medios de comunicación no pueden abstraerse de lo que está ocurriendo en el escenario político y dejar de informar acerca de las revelaciones que brotan hora a hora. Pero sí pueden exigir que los responsables políticos adquieran consciencia de cuáles deberían ser sus prioridades ahora.

Nadie puede permanecer impasible frente a aquellos que organizan campañas de demolición personal para esquivar sus propias responsabilidades.

Pero la prioridad debe ser, ahora y durante las siguientes semanas, la reconstrucción de la Comunidad Valenciana. Porque ese es un interés nacional y el resto, sólo un interés político pasajero.