El tercer récord, esperpéntico donde los haya en este año del señor de 2010, es que el conflicto ha quedado en manos de unos pirómanos de alguna noche de verano, lo que nos da la dimensión más acertada de lo que es eso del conflicto con España: una solemne gamberrada. A ver quién le explica esto a las sesudas autoridades de la ONU: el conflicto vasco consiste en el incendio de contenedores de basura.
Me costó mucho entender eso de «intangible». Debe de ser algo que en sí mismo no se puede valorar de una forma contable, pero que genera a su alrededor beneficios que sí se pueden contar. Supongo que más o menos viene a decir eso. Nuestro Gobierno vasco, entonces, es un bien intangible, además un buen ejemplo de política -especie en peligro de extinción por el partidismo depredador-, pues nos está generando una serie de cosas positivas que algún articulista de la casa llama récords.
El primer récord es que nunca en nuestra historia -recuérdese para que lo incluyamos como derecho histórico- nos han visitado tantos foráneos en sus vacaciones de verano, y nadie duda en atribuir este fenómeno a la buena imagen de normalidad que nuestra comunidad está dando. Álava al lleno, y las otras dos provincias hermanas cerca del mismo. Aunque la tendencia de unos años a esta parte era la del incremento de visitantes, la del verano de este año es sobresaliente. Felicitémonos todos, o quizás tan sólo los de la selecta y sabia minoría, según el Euskobarómetro, que creemos que este es el mejor Gobierno que se merece Euskadi.
Otro récord es el incremento de inmigración que se ha dado en las últimas fechas, porque era un poco sorprendente que la rica Euskal Herria estuviera por debajo de la media española, síntoma de que, por muchas expectativas que se ofreciesen al inmigrante, existían otros factores que no le hacían atractiva nuestra pequeña patria. De hecho, hemos pasado unos años con índice migratorio negativo, porque, a pesar de los llegados, había muchos más vascos que preferían marcharse a zonas más tranquilas. Esperemos que ese fenómeno desaparezca y retornen. La normalidad política, pues, también se refleja en la inmigración. El día en que muchos que se vieron obligados a marchar vuelvan será una buena fecha.
El tercer récord, esperpéntico donde los haya en este año del señor de 2010, es que el conflicto ha quedado en manos de unos pirómanos de alguna noche de verano, lo que nos da la dimensión más acertada de lo que es eso del conflicto con España: una solemne gamberrada. A ver quién le explica esto a las sesudas autoridades de la ONU: el conflicto vasco consiste en el incendio de contenedores de basura. Y su posible causa habrá que aclarársela a los observadores de la institución mundial: no se sabe si lo hacen como lucha contra la opresión española o por razones internas, es decir, para demostrar a los pusilánimes de la izquierda abertzale que la lucha continua, aunque lo pague el contenedor de basura y los inocentes vecinos que tienen que respirar el hediondo humo. Que hayamos llegado a la culminación del disparate en la lucha revolucionaria de liberación nacional vasca es otro intangible muy tangible, aunque no inesperado.
A este Gobierno nadie lo quería, y el Euskobarómetro promovía infartos cada vez que daba los datos, pero lo cierto es que este Gobierno, en lo que puede, nos está dando buenas noticias.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 24/8/2010