Antonio Burgos-ABC
- Más realizable lo veo que recoser estas Españas rotas, sus dos bloques casi irreconciliables
A modo de pasatiempo, para reconsiderar mejor lo que está pasando en España, me gusta en estos días poselectorales americanos tomar a los Estados Unidos como un espejo donde se refleje nuestra realidad. No nos dimos cuenta a lo largo de los últimos cuatro años de mandato de Trump, pero el de la corbata colorada había conseguido partir a América en dos mitades sociales y políticas, tan enfrentadas e irreconciliables como se ha visto en los días finales del escrutinio de las presidenciales. Trump quería hacer a América grande, volver a los días de gloria vía aislacionismo, dejando fuera a todo el que no pensara y aceptara sus salidas de pata de banco, negacionismo del Covid incluido. Y ha tenido
que llegar Joe Biden para que nos demos cuenta de que esto ha sido así, al anunciar que no se puede demonizar al adversario, que todos son estadounidenses, por encima de republicanos o demócratas. Biden ha expuesto en las grandes líneas de lo que será su programa de gobierno que uno de sus primeros objetivos es «recoser» América, embarcar a todos en la tarea común, por encima de esa peligrosa fractura social a la que se había llegado.
Y si ha habido dos Américas, y el nuevo presidente quiere unirlas en un destino común, por aquello del espejo que decía al principio, me pregunto: ¿y cuántas Españas, excluyentes las unas de las otras, nos hemos encontrado aquí desde que Soraya dejó el bolso en el escaño de Rajoy y fue investido Sánchez como presidente? Las dos Españas heladoras de los versos de Machado se quedan cortas al lado de la fragmentación ideológica que han conseguido para asentar el poder y perpetuarse en él con la ayuda de los separatistas, de los filoetarras, de los podemitas, de todos cuantos quieren destruir el sistema constitucional, negando el pan y la sal a quien defienda lo que hasta ahora hemos entendido por nuestro sistema de libertades. Da miedo pensar que llamar a alguien «constitucionalista» ha llegado a convertirse poco menos que en un insulto para ciertos entendimientos de nuestra realidad. Hay Gobierno aprobando una barbaridad más que ayer, pero menos que mañana, y espero que Iván Redondo no meta este artículo entre los objetivos de su orweliano Ministerio de la Verdad. Ante la que por cierto hay que preguntarse con Pilatos, ¿y qué es la verdad?
¿Conseguirá Biden recoser, como quiere, esas dos Américas hasta ahora enfrentadas y acoger a todos como estadounidenses sin más? Más realizable lo veo que recoser estas Españas rotas, sus dos bloques casi irreconciliables en que nos han convertido a nuestra nación. ¿Demonizar? Aquí se demoniza todo lo que no entre en los esquemas de perpetuación en el poder a costa de lo que sea, con la mentira como arma y la demagogia como método, con total desprecio de cuanto pueda ocurrir en un futuro hipotecado por promesas y gastos para los que no tenemos posición.