Recurperar España

ABC 02/07/13
HISPANIA NOVA

«Nosotros habíamos comenzado pidiendo un pacto de respeto a la Constitución; pero tras sus muchas violaciones y la segunda oleada de Estatutos, esa petición supone un voluntarismo ingenuo»

Salvo en momentos de conflictos, invasiones o recomposiciones, en los más de veinte siglos de existencia de la Nación española, nunca sus regiones tuvieron un poder de autogobierno que se acercara siquiera al que disfrutan en estas últimas décadas. Pese a ello, o quizá por ello, el independentismo crece mucho, según el CIS (Primavera 2013) está en el 9,1% de la población; y aún consigue darnos la impresión de ser predominante.
En la orilla opuesta, también según los últimos sondeos, prescindiendo del 15% de españoles que quiere sustanciales recortes a las Comunidades Autónomas, hay un 23,6%, casi un español de cada cuatro, que quiere que se eliminen las estructuras políticas regionales; se ignora su presencia porque todavía no se han decidido a dotarse de organización política. Ya hemos conseguido resucitar las dos Españas que creíamos haber superado con la generosidad de 1978.
Nosotros, sin críticas personales o partidistas, constatamos que el Estado, desde hace más de veinticinco años, en un diálogo ficticio porque solo se valora la pretensión de los otros, viene cediendo sistemáticamente, más o menos, la mitad de lo que en cada momento reivindica la periferia, abandonando total o parcialmente competencias que son exclusivas suyas según la Constitución, y resultando incapaz de gestionar, como le corresponde, el interés nacional, siempre que alguna Comunidad se opone.
Y ahora, cuando hay regiones que desprecian el camino confederal que se venía siguiendo desde la última década del XX, cuando ya postulan sin veladuras un último paso a la independencia, observamos que los dos grandes partidos nacionales, que por supuesto rechazan la secesión, no obstante buscan y ofrecen fórmulas que nuevamente pretenden dar satisfacción parcial a las demandas, situando así en una banda superior la siguiente reivindicación, como noblemente advierten los «nacionalistas».
Pensamos que con las cesiones cuya negociación ya se anuncia, alcanzaremos una relativa tranquilidad. Pero cuando en dos, tres o cuatro años nos sometan a la siguiente ofensiva, no tendremos espacio a recorrer; aunque entonces concedamos a una región algo similar al régimen de «Estado Libre Asociado», que es lo que muchos biempensantes aconsejan, el derrumbe de la Constitución será tan evidente que, por sí solo, generará la Caída del Sistema Político de 1978; máxime cuando ello se extenderá a muchas regiones y hará estallar los mil problemas que sabemos nos aquejan (económico, europeo, corrupción, degradación de la autoridad…). Y esa Caída del Sistema, es razonable pensar que arrastrará la Corona, lo cual añadirá un problema más para el pueblo español, porque el dilema Monarquía/República, que para algunos españoles es puramente técnico, para otros tiene una profunda carga ideológica; y seguramente por eso nuestras dos experiencias republicanas concluyeron en tragedias.
Nosotros habíamos comenzado pidiendo un pacto de respeto a la Constitución; pero tras sus muchas violaciones y la segunda oleada de Estatutos, esa petición supone un voluntarismo ingenuo. Ya en 2008, con fundamentos y directrices, propusimos a los partidos una reforma constitucional, único modo pacífico y legal de reconducir la situación. Pero los partidos, integrados por personas que en muchísimos casos piensan como nosotros, por sus circunstancias y entorno no pueden acometer esa reforma. Aunque cerremos los ojos al futuro, salvo que se produzca un quiebro hoy imprevisible, ello nos conduce hacia la ruptura del sistema. Ruptura que queremos evitar, por respeto a la ley, por su posible violencia, pero también porque las revoluciones, sean o no traumáticas, tienen desarrollos y finales frecuentemente distintos y aun contrarios a los de sus comienzos.
Pese a que hoy los partidos sean incapaces de hacer frente a esta deriva, nosotros mantenemos nuestra esperanza y propuestas de solución legal. Porque recordamos que los grandes cambios políticos, no solo se producen por guerras y golpes, sino también por agotamiento, por implosión, por suicidio político de las clases dirigentes, inmediatamente antes impredecible; tenemos presentes varios de estos cambios que han ocurrido en España en el siglo XX, como asimismo en Francia y en otros países.
Para ello es imprescindible que exista elaborado un proyecto de cambio, con grupos de personas dispuestas a apoyarlo, de modo que cuando el fallo multiorgánico sea inminente, quien efectivamente ejerza el poder moderador, contando con el patriotismo que no dudamos sienten los líderes de hoy, pueda poner en marcha la solución.
Y esta es la razón por la que en el libro que lleva el mismo título que este artículo, «Recuperar España. Una propuesta desde la Constitución», ofrecemos textos articulados de reforma constitucional, que puedan ser inmediatamente aplicables el día de la crisis, sugiriendo modos y pasos inspirados en experiencias similares que han tenido éxito en otras ocasiones.
Nuestras propuestas: 1) mantienen estructuras políticas regionales, pero dotando al Estado de las facultades necesarias para que pueda volver a gestionar el interés del conjunto de la nación; 2) prescinden de todo aquello que exigiría una reforma «agravada» de la Constitución, ya que ésta, por sus largos y delicados trámites, en tiempos de crisis, no solo no frena sino que incita la revolución; 3) cierran definitivamente el proceso de organización del Estado, que nos equivocamos al dejar abierto en 1978.

Casi nadie discute que vamos encaminados a un descarrilamiento del tren «España». ¿Es ilógico preparar un kilómetro de vía alternativa para impedirlo?

HISPANIA NOVA ES LA FIRMA DEL AULA POLÍTICA DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS DE LA DEMOCRACIA DE LA UNIVERSIDAD CEU SAN PABLO