JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC
- Los ingenieros sociales woke experimentan con la humanidad porque sus usuarios se cuentan por millardos
Detrás de la ola de suicidios de niños y adolescentes está el acoso escolar, lo sabe todo el mundo sin necesidad de que lo diga Urra. También está la correlación altísima de la tragedia, inconcebible y múltiple, con el desarrollo de Facebook. ¿No me crees? Existen estudios minuciosos, búscalos tú. Del mismo modo que hay un algoritmo de la ira en Twitter, hay otro de la envidia en la red de Zuckerberg. ¿No parece un diseño de Satanás? Una red o plataforma global por cada pecado capital. Para la lujuria, Pornhub. Propongo a mis atentos comentaristas que den con otros pecados capitales estimulados por empresas tecnológicas. Los ingenieros sociales woke, encantados de conocerse, experimentan con la humanidad porque sus usuarios se cuentan por millardos. Ellos son promotores principales de tanta gilipollez distópica de la izquierda reaccionaria: obligar a los niños chicos a plantearse su identidad sexual, aterrorizarlos con el apocalipsis climático, hurtarles el conocimiento, desincentivar su memoria, enseñarles ideología.
Esos filántropos serán los únicos que tendrán propiedades en el mundo que diseñan, mientras nosotros no poseeremos nada. Oye, es un experimento interesante… si se suman ellos. Nada para nadie. Nada de nada. Ay, no, que eso se llama comunismo y ya se ha intentado. Los magnates tecnológicos, más el enfermo peligroso que se inventó el Foro Económico Mundial han inventado un comunismo del que solo se librarán ellos. Me dirán que también una élite se libraba en la URSS, por ejemplo. No es comparable. Los dueños del discurso woke son inmensamente ricos en el canon capitalista, nada con lo que pudiera soñar Beria, cuyo privilegio era violar y asesinar muchachas por costumbre, impunemente. Veía alguna desde su coche, en la solitaria noche moscovita, y ordenaba al chófer de que se la sirviera. Si Beria naciera hoy en España, los aliados de Sánchez lo soltarían como violador y lo pondrían en las listas electorales como asesino.
Céntrate. Estábamos con el suicidio infantil y adolescente, cuyo aumento nos resulta inexplicable porque no queremos ver. Si la escuela no garantiza que ningún alumno va a sufrir acoso, si no detiene la caída del menor en el abismo de la desdicha asegurando que el acosador será expulsado de la escuela y educado en un centro especial semipenitenciario, si directores y profesores miran hacia otro lado cuando es evidente que alguien que depende de ellos vive un infierno, entonces hay que cambiar la escuela hasta que no la reconozca ni la madre que la parió (en términos de Guerra que, por cierto, se cumplieron). Todo es cuestión de ponerse a ello. Las redes extienden el acoso a las 24 horas del día. Salgan de ahí. No permitan que sus hijos se expongan al monstruo que devora a los débiles y a los inmaduros. Si de mayores quieren entrar en la trituradora, allá ellos. Hasta entonces, vete las redes.