Editorial, EL CORREO, 18/3/12
El Gobierno de Mariano Rajoy, tan activo en este primer tramo de la legislatura, no ha mencionado de momento la reforma constitucional pendiente que todos los partidos consideran precisa, aunque por causas no siempre idénticas entre sí. Es tal el cúmulo de reformas que el Ejecutivo tiene que realizar para sacar a este país del atolladero histórico en el que se encuentra, que quizá sea prudente aplazar hasta ocasión más propicia la actualización constitucional. Está muy extendida la convicción de que la mayoría de los problemas estructurales de este país no es de carácter constitucional. La Carta Magna fue un indiscutible acierto de la generación que llevó a cabo la Transición y se mantiene notoriamente joven, aunque requiera determinados cambios que la pongan al día. Existe un informe de 2006 del Consejo de Estado que plantea con ponderación el asunto y remarca especialmente la conveniencia de reformar el Senado para que sea verdadera Cámara de representación territorial y de modificar el orden sucesorio de la Corona para eliminar la prevalencia del varón sobre la mujer. La reforma no debe ni sacralizarse ni abordarse con precipitación. Habrá que buscar la oportunidad que facilite un consenso político superior al que tuvo la aprobación de la Constitución en 1978.
Editorial, EL CORREO, 18/3/12