LUIS VENTOSO-ABC
EN una frase archiconocida, casi siempre mal citada, Ignacio de Loyola recomendó: «En tiempo de desolación nunca hacer mudanza». Trasladada al desmadre separatista podría traducirse así: «En un momento en que unos sediciosos quieren destrozar el armazón legal de tu país, no te pongas a hacer el gili cuestionando las leyes que estás defendiendo». ¿A qué luminaria se le ha ocurrido reformar la Constitución, dando a entender así que ya no sirve, justo cuando nos enfrentamos a una sedición contra ella? Pues al gran Sánchez, el Pericles de Ferraz, doble récord negativo de votos para el PSOE (y lo que le queda…).
Ciertamente Sánchez no parece muy de Ignacio de Loyola. Lo veo más apegado a aquella máxima algo cínica que soltaba Oscar Wilde por los salones de Londres: «En esta vida la primera obligación es ser totalmente artificial. La segunda todavía nadie la ha encontrado». Lanzar ahora una reforma de la Constitución supone un gambazo épico, propio de un ególatra que solo busca marcar su puntito de distinción cosmética frente a su detestado PP. Los insurrectos separatistas han ido tan lejos que no retornarán al orden porque deshuesemos todavía más el Estado. Al revés, aprovecharían esa mayor debilidad para lanzar su revuelta con mejor munición. Finiquitaremos España si aceptamos remozarla por imperativo del golpe de Junqueras. Además, el agravio y enojo del resto de las regiones sería inmenso si se premiase con prebendas, títulos y pasta gansa a aquellos que unilateralmente nos han metido en este estúpido y lesivo lío.
Se me fuga una risita cuando leo que urge reformar la Constitución de 1978 porque entonces no existía internet y además el pueblo español no era tan laico como ahora. Uy, Estados Unidos, la mayor democracia del mundo, tiene un problemón acuciante: ¡su Constitución data de 1787! Es anterior a la máquina de vapor, el gramófono, la píldora, la minifalda, Sinatra y la Pepsi Cola. ¿Cómo puede la primera potencia del mundo regirse por tal antigualla? Lleven a Sánchez a Washington y pónganse a ello… En cuanto a lo de la España laica, curioso apunte en un país donde según el CIS casi el 70% de la población sigue declarándose católica.
Los españoles apoyarían retocar la Carta Magna con grandes salvas de aplausos, pero si se hiciese justamente al revés de lo que propugna el admirable Sánchez. Lo que demanda la ciudadanía es una reforma que refuerce al Estado para prevenir insurrecciones como la de Cataluña, donde siempre hemos ido a rebufo y sin armas coercitivas suficientes. Lo que quieren los españoles es que se retire a las comunidades parte de su imperio casi absoluto sobre la educación; que se clarifique la financiación, igualando a todas las regiones en serio; que se acabe con chaladuras como dos modelos fiscales distintos en provincias limítrofes; que se ahonde en la unidad de mercado; que se proteja al español en colegios, calles y universidades.
Miro ahora mismo por la ventana y veo en la fachada de enfrente cuatro banderas españolas. ¿De verdad cree Sánchez que esos vecinos claman por su inexplicada, fulera y contraproducente reforma federal? Ay,