ABC 22/07/13
Agentes anti-eta creen que está en el sur de Francia con «Ezpela» y «Minzo», y su captura es objetivo prioritario
Una vez expulsados de Noruega, los dirigentes de ETA, con José Antonio Urrutikoetxea, «Josu Ternera», a la cabeza, se ocultan en el sur de Francia, acogidos por la vasta colonia de «refugiados» con los que se sienten más seguros. Las enormes dificultades que parece encontrar el «aparato logístico-militar» para reorganizarse tras el reciente desmantelamiento de su núcleo duro avala la hipótesis de que la captura de los jefes «políticos» supondría para la banda un golpe letal.
Se estrecha el cerco Sospechan que Ternera se ocultó recientemente en la casa registrada la pasada semana cerca de Andorra Golpe letal Su captura sería un duro golpe para ETA, que no puede reactivar la logística desmantelada en mayo
Para José Antonio Urrutikoetxea, «Josu Ternera»; Iratxe Sorzábal, «Ezpela»; y David Pla, «Minzo», la decisión de las autoridades de Oslo, que durante más de un año les habían proporcionado permiso de residencia, e incluso protección, constituyó un duro revés, y también sorpresa, pese a que el blindaje llevaba fecha de caducidad. En ese contexto se entiende el comunicado emitido el pasado mes de marzo, en el que la banda amenazaba con «consecuencias negativas» tras fracasar en su intento de instalar en el país nórdico un tenderete para negociar.
Fuentes conocedoras de la situación aseguran que ETA está perdiendo progresivamente credibilidad entre «agentes internacionales» que hasta hace poco le brindaron respaldo. Ello, porque observan que desde el anuncio del «cese definitivo de la actividad armada» –decisión calificada de importante aunque insuficiente por el Gobierno español–, la organización criminal no ha dado un solo paso encaminado a su disolución incondicional y entrega de las armas –exigencia irrenunciable para Rajoy–.
Se sienten más seguros
Lo cierto es que la cúpula etarra ha tenido que regresar al sur de Francia, probablemente a «Iparralde», aunque no se descarta que circunstancialmente realicen desplazamientos, por ejemplo, al centro. Pero en el País vasco francés o zonas limítrofes los cabecillas se sienten más seguros, pese a la mayor presencia policial. Las Fuerzas de Seguridad sospechan que se camuflan en la amplia colonia de «refugiados» vascos que, en realidad, no lo son, porque la práctica totalidad de ellos no tienen causas pendientes con la Justicia. Se trata de los mismos individuos que en los últimos meses han protagonizado actos para reivindicar la presencia de los «refugiados» en su pretendido «proceso de paz».
Residen en el vecino país desde hace años, lo que, por conocimiento del terreno y amistades, facilita la labor de acogida a estos cabecillas. La ausencia de atentados, además, no obliga a los dirigentes de ETA a moverse con frecuencia, como cuando debían acercarse a la frontera para dar las últimas instrucciones y despedir a los «comandos» que se dirigían a España con licencia para matar.
En el interés por capturar a Ternera se entiende el registro que la Policía gala llevó a cabo el pasado martes en una casa de Durban sur Aziere, municipio próximo a Andorra. Los agentes encontraron en el interior a la mujer del cabecilla, Agnes Cerlo. Sin embargo, las primeras investigaciones apuntan a que Ternera estuvo recientemente allí. Además, se han encontrado documentos que pueden estrechar el cerco en torno a él, tal y como ya informó ABC.
Es difícil calcular el número de individuos que en el manual proetarra son considerados como «refugiados vascos», pero agentes antiterroristas calculan que el núcleo central está en torno a los 200. Están arraigados en el sur de Francia, donde tienen sus negocios y trabajos, lo que hace que los cabecillas se sientan más seguros.
«Logística», bloqueada
No es, por tanto, tarea fácil, pero las Fuerzas de Seguridad de España y Francia se han planteado como objetivo prioritario la captura de Josu Ternera y el resto de los cabecillas de la banda. Sería la puntilla, el golpe letal. Los Servicios de Información han constatado que ETA ni tan siquiera ha hecho mínimos movimientos para reorganizar el núcleo duro de su «aparato logístico-militar», desmantelado el pasado mes de mayo. Tiene pocos operativos y, sobre todo, hay psicosis de que en el caso de intentarlo la Policía se echaría sobre los nuevos responsables de custodiar las armas y explosivos.