EL MUNDO – 20/04/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ
· El presidente del Gobierno admitió el sábado en Murcia ante periodistas que el caso Rato afecta «especialmente» al PP. También dijo en la misma intervención que no le gusta que se produzcan «este tipo de acontecimientos. Ojalá jamás se vuelvan a producir en el futuro». Nadie podría poner en cuestión la rectitud del juicio del presidente del Gobierno y del Partido Popular.
Efectivamente, parece que lo de Rato afecta al PP en mayor medida que a Izquierda Unida, pongamos por caso. O que al PSOE, que también tiene lo suyo, pero ésa es otra historia. Sus deseos de que no vuelvan a producirse en el futuro hechos similares los compartiría cualquier español razonable. Quizá alguien con mucha voluntad de sustituir al PP en La Moncloa no, pero uno no se atreve a pensar que haya gente así, tan capaz de anteponer su voluntad de poder al deseo de que se instale en lo público un patrón de decencia que devuelva a los españoles un cierto orgullo colectivo, ya que no parece posible confiar en que la Selección Española vuelva a ganar otro Mundial, al menos en el medio plazo.
Sin embargo, el ojalá ha caducado en apenas 24 horas. Ayer, por la mañana, en el acto de su partido en Alicante, puso en cuestión que lo de Rato haya sido el último trago que les esperaba a los populares: «Nada ha sido sencillo, creo que no hay casi nada que no nos haya pasado ya, aunque no sé si retirar esta afirmación, cualquier cosa puede suceder en el futuro».
¿Cómo qué?, podría preguntarse cualquiera de los asistentes. ¿Otro «asunto particular»? ¿Que Rato quiera sacarse la espina de haber sido detenido por agentes de Aduanas, dependientes de la Agencia Tributaria, y en última instancia del Ministerio de Hacienda? No le han de faltar al ex vicepresidente datos para que pueda suceder «cualquier cosa».
Sánchez dijo ayer en Alcorcón algo que parece esencial en su pensamiento, porque ya lo había dicho a finales de marzo en Zaragoza y esta misma semana en Mataró: «No puede liderar la regeneración quien no se ha regenerado». Es el mejor resumen de situación que nadie podría imaginar, la razón por la que no cabe esperar una catarsis que haga resurgir la democracia española de entre las cenizas de este tiempo muerto. Regenerar es también un verbo reflexivo. Al joven Sánchez le parece que los populares «no son de fiar» por la Gürtel, y en esta ocasión tal vez peque de desagradecido. No podía soñar el Partido Socialista con un regalo como el caso Rato, una cortina que ha ocultado la comparecencia ante el Supremo del penúltimo y el antepenúltimo presidentes del PSOE a cuenta de los ERE.
En una democracia normal se diría que ha llegado la hora de la alternancia. El problema es que a la alternativa le pasa lo mismo que Sánchez reprocha al partido del Gobierno. ¿Cómo va a regenerar nada quien no se ha regenerado a sí mismo y sólo busca la ventaja de la corrupción ajena? Ayer mismo, la Guardia Civil hizo saber que 334 beneficiarios de los ERE de la minería de Huelva eran intrusos. Pero sería una información que a Sánchez le llegó después del mitin.