Juan Carlos Girauta-El Debate
  • Cuando lo vieron de presidente, temieron venganza, pero eran demasiados los los que lo habían expulsado por la puerta de servicio. Eran casi todos. De momento, Sánchez premió a los poquísimos fieles. Tal precariedad de leales a muerte explica el ascenso de gentes carentes de virtud a puestos donde morteradas de pasta pasaban por delante de sus ojos

Enlazando con lo de ayer, el fuego amigo de altos socialistas retirados y otros activos apunta al sanchismo, no solo a Sánchez. Decíamos que usan munición vieja y ajena. Bien está que lo publicado por Entrambasaguas y tres más desde hace cinco años tenga este uso inesperado. Quién les iba a decir que aquello que un día lejano revelaron iba a ser recuperado por los conmilitones de los expuestos, los que se apresuraban a negarlo todo con el auxilio de la lista de la vergüenza. Que lo esgrimirían, blandirían, arrojarían contra la hidra. La lista de la vergüenza (que será recordada periódicamente a partir de hoy) es, claro está, la del ‘Manifiesto contra el golpismo judicial y mediático’. Golpismo, decían. Firmaron la basura en defensa de Sánchez y Begoña: S. Intxaurrondo, I. Gabilondo, y diez mil personas más. A la vista de lo que vamos sabiendo gracias a la Policía Judicial y a los jueces sin miedo, es el linchamiento a los periodistas que hacían su trabajo (incomodar al poder, contar la verdad) lo que debería calificarse de golpismo mediático. Con RTVE, Prisa, la parte atocinada de Atresmedia, más lo del fondo a la izquierda.

Es novelesco y enigmático, al punto de sugerir un orden oculto bajo el manto de la política visible, que los demonizados descubrimientos contra el corrupto sanchismo los conviertan hoy en arma otros socialistas (embozados). Cosas del PSOE. Con explicación: como sucede en las mafias de abolengo, hay códigos consolidados que no necesitan recogerse por escrito. Una de las normas que, en general, respetan es la de no dejar tirado al enemigo interno derrotado. A Sánchez lo echaron a patadas de la Secretaría General una mayoría indiscutible de los cargos orgánicos y una mayoría desbordante de los diputados de su grupo. Seis le siguieron en su cerrazón, si no recuerdo mal, saltándose la disciplina del grupo parlamentario. Hubo un intento de fraude electoral interno (el sello sanchista) donde intervino Koldo. Cabe imaginar la urna escondida tras un biombo japonés de la sauna familiar. Se sacaron de encima al yerno del proxeneta, pero esas actividades dejan dinero. Al menos para organizar la gira del Vaquilla en el Peugeot y el regreso a lomos —que no a hombros— de la militancia más acrítica de Occidente.

Cuando lo vieron de presidente, temieron venganza, pero eran demasiados los los que lo habían expulsado por la puerta de servicio. Eran casi todos. De momento, Sánchez premió a los poquísimos fieles. Tal precariedad de leales a muerte explica el ascenso de gentes carentes de virtud a puestos donde morteradas de pasta pasaban por delante de sus ojos. La mano se iba sola. Tras una etapa de penitencia, los fallidos verdugos de Sánchez fueron perdonados y se les proporcionó su trozo de tarta, siguiendo las inveteradas reglas de la ‘familglia’, cuya observancia les ha permitido transitar dos siglos. Las mismas reglas que ahora les obligan a rematar la faena inacabada entonces: finiquitar al uno. Sin acritud. Cuestión de supervivencia organizacional.