- Marruecos obtiene rendiciones españolas encadenadas usando los contingentes migratorios como arma, y a cambio de una colaboración contra el terrorismo que casa mal con el envío a España de millares de delincuentes amnistiados
Un tercio de las frutas y hortalizas frescas que consumimos en España vienen de Marruecos. Dada la tasa de incremento en la importación de tales productos —28 por ciento en el primer cuatrimestre con respecto al año pasado— la tendencia parece imparable. Nuestro campo no puede competir con el marroquí por razones relacionadas con la UE. Los estándares que nos exigen, controles, prohibiciones de pesticidas y fertilizantes, son mucho más exigentes. Además, el campo marroquí no sufre nuestro laberinto burocrático. Hasta los productos procedentes del Sáhara Occidental gozan de ventajas arancelarias de las que quedaron excluidas por una sentencia europea que no se acata. Sin que el Gobierno español haya movido un dedo para instar a su cumplimiento. ¿Por qué?
Pese a la perentoria necesidad de desaladoras en Gran Canaria, y a tener las Islas Afortunadas el estatus de región ultraperiférica de la UE —lo que garantiza no solo su plena integración sino la aplicación de medidas adaptadas a sus necesidades— la UE se ocupó de ese problema en Marruecos antes que en la isla, financiando desaladoras. La de Casablanca, llamada a ser la mayor del continente africano, cuenta con centenares de millones de financiación española. España lo asumiría porque la empresa Acciona lidera el consorcio adjudicatario. Así, la aportación pública española para la gran desaladora marroquí posterga las urgentes necesidades de Gran Canaria. ¿Por qué?
Las trabas medioambientales con que la UE lastra la competitividad de los puertos españoles no se aplican, obviamente, en Marruecos. Sin embargo, la UE aporta 300 millones de euros al Nador West Med, inmenso puerto marroquí a 50 kilómetros de Melilla. Es decir, promociona a un competidor de cuatro puertos andaluces no solo con financiación directa sino con diferentes criterios medioambientales. Como en los anteriores ejemplos, el Gobierno español defiende intereses ajenos y perjudica intereses propios. ¿Por qué?
Hace tres años, el Gobierno Sánchez rompió una tradición diplomática sin que veamos en qué beneficiaba a España. Se trata de la exigencia de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental. La renuncia consagra la soberanía marroquí sobre un territorio del que España fue (y estrictamente hablando sigue siendo según resoluciones en vigor de la ONU) potencia administradora. Un recordatorio de la continuidad de dicha condición lo ofreció la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional en 2014, estando presidida por Marlaska. Desde 1976, España niega ser lo que las Naciones Unidas dice que es; el hilo de continuidad para salvar la cara era aquella exigencia de referéndum. Pero Sánchez ha renunciado con su famoso «giro diplomático». ¿Por qué?
Marruecos obtiene rendiciones españolas encadenadas usando los contingentes migratorios como arma, y a cambio de una colaboración contra el terrorismo que casa mal con el envío a España de millares de delincuentes amnistiados. ¿O es que se aplica allí algún filtro según el tipo de delito que ha sido borrado? Feijóo anunció recientemente lo que podemos esperar en las relaciones con Marruecos cuando él gobierne: que les diremos «la verdad». ¡Cuéntenosla antes a nosotros!