TONIA ETXARRI, EL CORREO 20/01/14
· Mientras Rubalcaba habla de primarias, los focos se centran en la crisis de los socialistas en Cataluña.
Finalmente, el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba soltó la ‘presa’ de las primarias abiertas en su partido que, con tanta insistencia, le venían reclamando tantos sectores de la militancia en general y tantos aspirantes a sucederle, en particular. Después de un comité federal más bien plano y de una comparecencia ante la prensa esquiva y de poco calado político, el actual secretario general de los socialistas sigue dando la imagen de estar más preocupado por arañar unos cuantos escaños al Partido Popular en las próximas citas electorales que en acometer la necesaria reforma que tienen pendiente los socialistas con tantos frentes abiertos en los juzgados de Andalucía y en el Parlamento de Cataluña. Después de este fin de semana se conoce ya el calendario. Tienen casi un año por delante para unas elecciones primarias algo encorsetadas, según Carme Chacón.
Los aspirantes a la carrera de sucesión deberán intentar contenerse y esperar a que se celebren los comicios europeos del próximo 25 de mayo, y poco más. Rubalcaba, a la mínima oportunidad, presenta al PSOE como la alternativa «derogadora» de las leyes aprobadas por el actual Gobierno del PP. Pero, en plena tormenta desatada por sus compañeros críticos en Cataluña, prefiere «pasar palabra» cada vez que se le requiere una opinión más concreta que las alusiones al respeto. Si la crítica a los límites impuestos para la celebración de las elecciones primarias hubiera procedido de otros dirigentes, probablemente no habría tenido tanta repercusión. Pero si las pegas las presenta, como ocurrió el sábado, la exdirigente catalana, la expectación cobra la máxima tensión porque todos los focos en torno a los socialistas no se dirigen ahora, precisamente, hacia su voluntad de dar la vuelta a todas las leyes de Rajoy, sino hacia su crisis interna en Cataluña.
Cuando Carme Chacón abandonó su nido catalán en el Congreso de los Diputados para irse a hacer las ‘américas’, el máximo exponente de los socialistas catalanes, Pere Navarro, se hallaba inmerso en plena crisis de identidad. Se hacía un lío entre el derecho a decidir y su contrario. Entre propiciar el referéndum secesionista para decir que no a la secesión y su apuesta por integrar a quienes se querían abstener. Pero tras unos meses de baile entre el «sí, pero no», el dirigente catalán ha decidido situarse en el respeto a la legalidad, con todas sus consecuencias. Ha perdido como diputado al alcalde de Lleida y espera que los otros tres críticos, de tendencia nacionalista, hagan lo propio con sus escaños. Pero no será tarea fácil porque los disidentes, haciendo valer las diferentes sensibilidades dentro del PSC, no tienen intención alguna de abandonar sino, en todo caso, de forzar un debate sobre la refundación del propio PSC.
Los críticos que votaron junto a los nacionalistas del Parlamento catalán a favor de que el Estado delegue en la Generalitat la competencia de convocar consultas saben que estaban haciendo teatro. Para justificar una actitud victimista. Pero puro teatro. La Constitución prevé la celebración de consultas en las comunidades autónomas. Cierto. Para decisiones de especial trascendencia «podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos». Artículo 92. Si todos los ciudadanos pueden votar en esa circunstancia, tendrían que ser convocados todos los ciudadanos españoles, no sólo una parte; es decir, los catalanes.
El artículo 150.2 hace referencia a la delegación de «facultades correspondientes de titularidad estatal». Pero no habla de referéndums secesionistas. Los nacionalistas catalanes lo saben. Y conocen perfectamente qué ocurrió cuando el Parlamento vasco aprobó en 2008 una ley de consultas. Que, tres meses después, el Tribunal Constitucional la declaró nula «por invadir competencias del Estado». El Gobierno de Zapatero la había recurrido y la Justicia resolvió con una celeridad inusual.
En estas últimas semanas ha brillado por su ausencia un discurso del máximo dirigente del PSOE claro y contundente frente al desafío soberanista en Cataluña. Desde aquel emplazamiento a Pere Navarro, en el marco de la conferencia política, en el que le decía «somos socialistas, no nacionalistas», la propaganda de la Generalitat y sus adheridos ha dado pasos de gigante. Los mensajes de Artur Más han recibido una gélida acogida en Europa, con la excepción de la Liga Norte, pero el ‘honorable’ insiste en hablar de España como un país imaginario en el que no existe la libertad de voto. Y como el PSC sigue intentado librarse de sus limitaciones, el PSOE está utilizando un perfil bajo para no embarrar aún más el debate catalán. La publicidad nacionalista ha llegado a acusar al Gobierno de Rajoy de padecer «urnofobia». ¡Como si estuvieran hablando de Cuba!
Y desde Euskadi, la posible aspirante a sustituir a Patxi López en el caso de que el exlehendakari salte al ruedo de las primarias del PSOE, Idoia Mendia, no se cansa de repetir que, en este país, los ciudadanos ejercemos nuestro derecho a decidir cada vez que elegimos a nuestros representantes . Suele ocurrir cada cuatro años.
Ahora que Pere Navarro ha dado un paso adelante apostando por la legalidad y asumiendo, incluso, el riesgo de la fractura, el PSC, y también el PSOE, tendrán que seguir su ruta hacia la clarificación de su propuesta. La líder andaluza Susana Díaz tiene en su cabeza un claro proyecto de izquierdas para España, sin complejos. Pero los socialistas catalanes han padecido un vértigo escénico a que se les asocie al PP y Ciutadans en el debate sobre el referéndum. Quizás debieran empezar por superar ese complejo.
TONIA ETXARRI, EL CORREO 20/01/14