Reproches

Quienes han presumido de ser el cauce central de la política vasca han comprobado que sus problemas actuales se derivan de la pérdida de esa centralidad que les permitía pactar a diestro y siniestro. El PNV pasa ahora a la oposición por su incapacidad para pactar la mayoría necesaria, resultado de la política practicada en la última década.

La mayoría de los socialistas, dirigentes, militantes y votantes, llegan a la investidura de Patxi López como nuevo lehendakari más convencidos de la conveniencia del pacto con el PP de lo que estaban la noche del 1 de marzo. La oposición agresiva del PNV y la exhibición que este partido ha hecho de una concepción patrimonial del poder, de difícil encaje democrático, han provocado un cierre de filas en torno a la dirección del PSE que decidió la misma noche de las elecciones dar los pasos necesarios para hacerse con el Gobierno vasco.

El chaparrón de reproches que han tenido que aguantar los socialistas en los últimos dos meses no ha agrietado sus filas, sino que las ha cohesionado. No han hecho mella las acusaciones de haber traicionado al electorado de izquierda, procedentes de Ezker Batua, un partido abandonado de forma masiva por su propio electorado a pesar de que en la campaña sus dirigentes no hicieron otra cosa que advertir de un posible pacto PSE-PP.

Ya estaban avisados sus electores de lo que podía ocurrir y a pesar de ello dejaron de votar a EB. Resucitan ahora el discurso de ‘herederos del franquismo’ para aplicárselo al PP aquellos que en su día le hicieron la pinza a Felipe González de la mano de José María Aznar y su partido.

Tampoco han hecho mella las acusaciones de frentismo procedentes de quienes mejor conocen ese tipo de comportamiento pues, a fin de cuentas, es lo que han venido practicando ellos mismos durante los últimos diez años. Aquellos que han presumido de ser el cauce central de la política vasca han podido comprobar que sus problemas actuales se derivan de la pérdida de centralidad que tuvieron en otro tiempo y que les permitía pactar con unos y con otros, a diestro y siniestro.

Si el PNV pasa ahora a la oposición es precisamente por su incapacidad para pactar la mayoría necesaria y esa incapacidad es el resultado directo de la política practicada en la última década.

El último hallazgo conceptual del PNV, la idea de que seguirán liderando el país desde la oposición, es sólo un mantra para hacer más llevadera la pérdida del poder. Recuerda la expresión aquella de la dulce derrota que acuñaron los socialistas después de perder las elecciones de 1996 frente al PP. El PSOE pudo comprobar cada día que en política no hay derrota dulce, de la misma forma que el PNV podrá comprobar que la capacidad de liderazgo en la oposición está sensiblemente limitada, máxime cuando no se tiene capacidad de condicionar la mayoría parlamentaria.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 5/5/2009