Iñaki Ezkerra-El Correo
Me lo decía un amigo a cuento de los elogios desmedidos de Félix Bolaños y Yolanda Díaz al fallecido Papa Bergoglio: la izquierda española está descubriendo la ‘Rerum Novarum’ con siglo y medio de retraso. El retraso sería exactamente de 134 años, pero mi amigo tenía razón en el básico sentido de su comentario: tenemos una izquierda y una derecha iletradas que ignoran sus propios pasados doctrinales y que descubren cada cinco minutos la sopa de ajo porque no saben que nada hay nuevo bajo el sol (Eclesiastés, capítulo 1, versículo 9).
Desde que León XIII publicó esa encíclica que inauguraba la doctrina social de la Iglesia, han sido raros los papas que, de una manera más radical o más moderada, no se han pronunciado contra las lacras, carencias y excesos del capitalismo. Entre la ‘Rerum Novarum’ de León XIII y la ‘Laudato Si’ de Francisco I, ha habido cinco encíclicas que han abundado en la crítica acerada al capitalismo sin alma. Pío XI tituló la suya ‘Quadragesimo Anno’ y Juan XXIII bautizó como ‘Mater et Magistra’ la que promulgó en 1961 en sintonía con el Concilio Vaticano II. A ambas le siguieron la ‘Populorum Progressio’ del Papa Montini, la ‘Centesimus Annus’ de Wojtyla y la ‘Caritas in veritate’ de Ratzinger. El estilo conservador de estos últimos no les impidió señalar las deficiencias éticas de la economía de libre mercado.
Y, pese a convertirse en el gran azote del comunismo con la brecha polaca que abrió en el Telón de Acero, Juan Pablo II fue casi tan beligerante con el capitalismo salvaje como el Papa Francisco. Otra cosa es que esa retórica social entre en contradicción con la opacidad de las cuentas vaticanas, un jugoso y escabroso tema literario y cinematográfico (Mario Puzo, Francis Ford Coppola, Giuseppe Ferrara…) que tuvo su clímax con el derrumbe en 1982 del Banco Ambrosiano y la aparición del cuerpo de Roberto Calvi, apodado el banquero de Dios, colgado de un andamio en un puente de Londres.
León XIII, de quien el nuevo Papa ha tomado el nombre, no solo estrenó la conciencia social en la Iglesia de Roma sino que abrió ésta a la estadounidense, a los anglicanos y a los ortodoxos. Nada hay nuevo bajo del sol: «Rerum Novarum Rerum Antiquarum est».