ANA VELASCO VIDAL-ABARCA, EL MUNDO 22/08/13
· La compasión es un sentimiento de conmiseración, pena o lástima hacia quienes sufren penas, calamidades o desgracias. Lo normal suele ser que las personas se compadezcan de aquellos que a su alrededor padecen alguna tragedia que marca sus vidas. Es así en la inmensa mayoría de los grupos humanos, con algunas excepciones antinatura, como cuando se anteponen idearios o doctrinas a la propia humanidad, a la sensibilidad hacia los otros. Esto es lo que, desgraciadamente, sucede en la sociedad vasca, en la que tanto en su dimensión institucional como en la social, predomina un sentimiento de indiferencia o directamente de desprecio hacia los que fueron asesinados por ETA y existe una ausencia casi absoluta de empatía con el dolor de sus familias. Este desafecto, promovido y azuzado desde los entornos del nacionalismo, se ha mostrado sin disfraz, en el esperpéntico episodio de la txupinera de Bilbao. Las comparsas, los concejales, el público que la vitoreaba, todos ellos, han dado un espectáculo lamentable, que los denigra a si mismos, mostrando su nula solidaridad con las víctimas y su cercanía y simpatía hacia quienes les causaron el mal.
A pesar de las innumerables ocasiones en que los nacionalistas vascos han evidenciado su ambigüedad ante los aniquiladores de vidas y destructores de la libertad, sigue siendo sobrecogedor observar su tolerancia con la apología, su apoyo a las exigencias de los criminales que cumplen condena, su forma de tamizar la realidad y de dar cancha al entorno radical que ha envenenado a la sociedad vasca. Ser nacionalista no es un salvoconducto para poder matar cobarde y alevosamente por la espalda, ni para comprender a quien lo hace, ni para dar cobijo institucional a quien lo jalea. La ideología no puede ser una coartada. Actitudes tan ajenas a la ética más elemental conducen a la perversión de confundir el bien con el mal, a la justificación de los medios para lograr un fin.
Si nos preguntamos por qué las comparsas eligieron a la persona que eligieron para inaugurar las fiestas de Bilbao, ¿cuál es la respuesta? ¿cuáles son los méritos que la hacen merecedora de semejante honor? Ni el más ciego no vería los que son. Tristemente, en este episodio nada puntual en el que se ha burlado descaradamente a la Justicia, no sólo se ha escarnecido la dignidad de las víctimas, sino a la del conjunto de la sociedad que alberga en su seno seres con tal falta de principios morales. Ya vemos cómo quieren los nacionalistas vascos pasar página: sobre el papel equiparando a víctimas con asesinos; en la realidad cotidiana, permitiendo el enaltecimiento público y la legitimación del terrible legado de ETA. Quizá sea una forma de agradecerles los servicios prestados.
Ana Velasco es hija del Jesús Velasco, asesinado por ETA, y de Ana María Vidal-Abarca, fundadora de la AVT.
ANA VELASCO VIDAL-ABARCA, EL MUNDO 22/08/13