Tras la sentencia del TC, la euforia recorre las filas de Bildu, Batasuna y el mundo etarra. Uno de los propósitos de la tregua era «fortalecer la ofensiva política a favor de la legalización»; otro, restablecer el entendimiento entre las direcciones de ETA y de Batasuna. Así, para ésta ha acabado el tiempo de reclamaciones a ETA y dirige la presión hacia el Gobierno.
Consumada la legalización de Bildu, el lehendakari pidió a la nueva formación que reclamara a ETA su «desaparición definitiva e incondicional». Solicitaba que lo que no había hecho la coalición cuando tenía que hacer méritos para volver a la legalidad lo hiciera una vez conseguida ésta. Es obvio que ni EA ni Alternatiba eran los destinatarios principales del requerimiento efectuado por el presidente vasco, sino la parte de Bildu que representa a la izquierda abertzale.
La respuesta de Batasuna a las demandas de Patxi López estaba escrita antes de que fuera planteada la solicitud. Estaba escrita exactamente desde el 11 de enero pasado, día en que está fechada una circular que Batasuna difundió entre los suyos valorando lo que suponía el anuncio de tregua que ETA había realizado la víspera.
En esa circular, Batasuna sostenía que se había acabado «la fase de movimientos unilaterales, pues» (sic). Es decir, que a ETA y a Batasuna ya no les correspondía tomar nuevas iniciativas porque había llegado el momento de los «movimientos multilaterales» y era el Gobierno el que tenía que comenzar a «dar pasos». Incluso señalaba cuáles eran los pasos que correspondía dar al ejecutivo. Dos de ellos tenían carácter inmediato. El primero de ellos era legalizar a la izquierda abertzale. La segunda exigencia era «que, a tenor de los derechos fundamentales que corresponden a los presos, cambien la política penitenciaria» aplicada los reclusos etarras. Además, el siguiente movimiento que Batasuna plantea a raíz de la tregua etarra es abrir el camino para conformar una mesa de negociación política.
Tras la sentencia del Tribunal Constitucional, la euforia recorre las filas de Bildu, de Batasuna y del mundo etarra. A fin de cuentas, uno de los propósitos de la tregua anunciada por ETA el 10 de enero era «fortalecer la ofensiva política a favor de la legalización» de la izquierda abertzale. Otro objetivo de la banda era restablecer el entendimiento entre las direcciones de ETA y de Batasuna, después de las tensiones que se habían arrastrado desde finales de 2009. Y algo se ha avanzado en ese terreno después de la tregua cuando Batasuna ha decidido que se ha acabado el tiempo de reclamarle cosas a ETA y que esa presión debía ser transferida hacia el Gobierno.
El conflicto de intereses que arrastraban ETA y Batasuna ha pasado a convertirse tras la tregua y la legalización en lo que el profesor Antonio Elorza ha llamado en estas mismas páginas un ejercicio de natación sincronizada.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 10/5/2011