Florencio Domínguez, EL CORREO, 19/6/12
El grupo juvenil ilegalizado Segi acaba de anunciar su disolución después de reconocer los efectos demoledores que ha tenido la acción policial para su funcionamiento. Poco antes habían hecho anuncios similares Ekin (la antigua KAS) y Askatasuna (antes Gestoras pro amnistía). Los tres grupos, disueltos después de haber sido neutralizados por la persecución legal, eran restos de serie de una época pasada, instrumentos en manos de ETA que se habían convertido en ineficaces tanto para la banda como para la nueva etapa de la izquierda abertzale.
Ekin y Segi representaron los pocos apoyos con que contó ETA en el esfuerzo fallido de intentar controlar los debates iniciados a finales de 2009. Su ayuda no sirvió de nada a la banda, demostrando que ya no tenían la utilidad que habían tenido en el pasado y que no servían de herramientas de ETA para mantener el control sobre su base social. Si no le eran útiles a ETA, mucho menos lo eran a la nueva Batasuna con la que se habían enfrentado en ese debate y ante la que habían perdido la pugna. Su liquidación era solo cuestión de tiempo.
En el momento oportuno, cuando la izquierda abertzale tenga una nueva formación política legal, es probable que se constituya una nueva organización juvenil dependiente del partido. Serán las juventudes de Sortu o del partido que sea.
La función del grupo juvenil en el entorno de ETA ha estado al servicio de la banda desde los años setenta. Primero organizaron lo que se llamó Juventudes de KAS convertidas luego en Jarrai y más tarde en Segi. La banda terrorista, en 1978, ponía por escrito el papel que tenía que tener el grupo juvenil: «La organización de los jóvenes no puede ser una organización de las juventudes de ETA porque sólo una parte estará dispuesta a practicar la lucha armada y al resto le quedará el camino del espectador que aplaude con simpatía. Tampoco puede ser las juventudes de los partidos e incluso de aquellos y los organismos de masas porque entonces estaremos dejando a ETA sin futuros militantes».
Jarrai y Segi fueron, en efecto, cantera inagotable de miembros de ETA durante mucho tiempo. Desde esas organizaciones se controlaron también los hilos de la violencia callejera y abrieron la puerta a la entrada masiva en la banda de implicados en la kale borroka. Ese paso constituyó un error estratégico de primer orden que fue aprovechado por las fuerzas de seguridad para minar a ETA. Segi termina sin pena ni gloria, probablemente sin ser consciente de lo mucho que ha contribuido a la derrota de la banda terrorista.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 19/6/12