Editorial – EL CORREO – 3/6/11
El mandato de López no debe desorientarse tras el 22M y la candidatura de Rubalcaba
El revés sufrido por el PSE-EE en las elecciones del pasado 22 de mayo -más acusado que la derrota padecida por el PSOE en el resto de España- sitúa al partido de Patxi López ante tres retos fundamentales que parece afrontar con dificultad. En primer lugar, los socialistas tendrán que asumir colectivamente un resultado cuyas causas no han sido suficientemente analizadas y cuyas responsabilidades podrían dar lugar a tensiones e incomodidades internas que empeorarían el propio veredicto de las urnas. En segundo lugar, el PSE-EE está obligado a optimizar tan exiguos resultados procurando gestionar con comodidad aquellas instituciones en las que ha obtenido la primera posición y aspirando al gobierno de aquellas otras en las que ha quedado relegado. Por último, los socialistas no tienen más remedio que dar continuidad al Gobierno monocolor que ostentan en Euskadi, apelando a la legitimidad que les asiste mientras el pacto de investidura alcanzado con el PP vasco siga vigente, siempre que sepan llenar de contenido lo que resta de legislatura. Se trata de tres tareas realmente arduas, difíciles de afrontar al mismo tiempo y con urgencia, y que no dependen únicamente del voluntarismo, ya de por sí debilitado tras la decepción electoral. La intervención de López ante el comité nacional del PSE-EE el miércoles no dejó clara la distribución que el secretario general de los socialistas vascos hacía de las responsabilidades que concurrieron en el fracaso del 22M; lo que invita a pensar que el tema puede estar siendo motivo de controversia interna, de reproches contenidos y de desazón personal para muchos responsables socialistas. Algo que se vería paliado solo si el PSE-EE logra establecer compromisos con las demás fuerzas políticas -en especial, con el PNV- para mantener determinadas alcaldías. Pero el reto que más incumbe a los ciudadanos es que el mandato de López al frente del Gobierno vasco no acabe desnortado por efecto de las vicisitudes postelectorales del PSE-EE y como consecuencia de la revisión que la ejecutoria socialista podría experimentar a cuenta de la candidatura de Rubalcaba y del debate interno solicitado por el propio lehendakari.
Editorial – EL CORREO – 3/6/11