IGNACIO CAMACHO-ABC
- Con razón decía López Aguilar que si hay que tragar sapos, se tragan. A Sánchez le van a servir en Rabat ancas de rana
Se llama plantón. Desaire, esquinazo, feo, menosprecio. Incluso humillación, ampliando el campo de los sinónimos. La RAN (Reunión de Alto Nivel) con Marruecos se ha quedado en nivel medio rayando en bajo, y Sánchez como esos porteros de fútbol que salen con mucho ímpetu a por la pelota y acaban haciendo el molde con las manos. Es lo que pasa cuando te sometes demasiado, que te toman por el pito del sereno y te dejan con cara de pasmo. La cosa es peor si tratas de edulcorar el fiasco vendiendo una llamada desde la residencia de vacaciones como un exultante logro diplomático. Es que duró media hora, dicen sin temor al ridículo los fontaneros de la Moncloa, los mismos que llevaban días calificando la reunión de histórica. Sólo que el presidente español estaba con un pie en el Falcon, conteniendo la euforia, y Mohamed VI en Gabón, probablemente tumbado a la bartola. Oye, que al final no voy a ir, ya nos vemos otro día, seguro que no te importa.
A efectos prácticos en Marruecos sólo hay un alto nivel, y es el monarca. Los demás son edecanes, adláteres, acólitos, subalternos o vulgares chiquichancas, y todo lo que digan o firmen carece de la menor relevancia porque el sultán lo puede revocar –como de hecho hace a menudo– cuando le venga en gana. Sucede además que lo que le interesaba de España ya lo tiene, el giro en la posición sobre el Sáhara, y el resto son cuestiones mercantiles o administrativas, en cualquier caso secundarias, que pueden gestionar los consejeros y otros encargados de la burocracia. Para eso no se molesta en abandonar su plácida estancia en Point Denis, donde lleva instalado desde las Navidades pasadas. Y el Gobierno sanchista, a conformarse, poner buena cara y dar las gracias. Con razón decía el eurodiputado López Aguilar que ante situaciones problemáticas «si hay que tragar sapos, se tragan». En las cenas de confraternidad le van a servir a la delegación ministerial un surtido completo y variado de ancas de rana.
Por razones políticas y de vecindad geográfica, el Estado alauita es para el nuestro un inevitable socio estratégico. Pero las relaciones sólo son fluidas, y tampoco siempre, en términos de comercio. En asuntos de inmigración, territoriales o de fronteras estamos bastante lejos por mucho que la retórica oficial actualice aquello de «los tradicionales lazos de amistad a ambos lados del Estrecho». Los roces son continuos y hay pocas probabilidades de que vayan a dejar de serlo. Sánchez pone todo su empeño en agradar sin obtener resultados concretos ni contrapartidas a sus gestos, el último de los cuales ha sido el vergonzoso voto contra una resolución de condena a Marruecos en el Parlamento Europeo por el acoso a periodistas críticos como el prestigioso Ignacio Cembrero. Había que ‘salvar’ la cumbre a cualquier precio. Ya se ve con qué éxito. Al final los sapos nunca dejan de ser un plato indigesto.