Algunos exigen insistentemente que no se use la lucha contra el terrorismo como lucha contra el nacionalismo. Y la exigencia tiene su parte de razón. Es cierto que el PNV ha condenado siempre el terror de ETA. Pero el propio Ibarretxe acostumbraba a decir que todos podíamos hacer algo más contra ETA. No basta con condenar su terror.
De ponernos serios, diríamos que ha hablado la justicia. Ya no cabe discutir más. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos rechaza los argumentos de Batasuna y avala su ilegalización. Ahora sabemos todos a qué atenernos. Pero quizá sea necesario quitarle algo de solemnidad a la afirmación inicial, no para poner pegas a la sentencia, sino para poder analizar sus implicaciones, en derecho, en política y en la lucha antiterrorista.
Uno de los grandes daños causados por el terrorismo de ETA, además de las víctimas asesinadas y de las víctimas familiares, además de los daños morales producidos sobre todo en la sociedad vasca, ha radicado en lo mucho que ha nublado la capacidad de raciocinio de tanta gente. Y añado: de tanta gente con buena voluntad. Si la violencia terrorista se vuelve tan insoportable como lo ha sido la de ETA, si busca poner en duda el Estado de derecho, puede llevar, como llevó a algunos, a buscar la solución en medios inaceptables para el Estado de derecho, los GAL.
Pero también puede llevar a no pocos a idear caminos, a imaginar soluciones, a proponer caminos capaces de conducir a la paz, aunque sea a costa de la libertad, cuya defensa y garantía es la función primordial del Estado de derecho. Y ha llevado a no pocos a criticar, en nombre de esas imaginaciones, de esos caminos, de esas ideaciones, instrumentos de la política antiterrorista como el pacto por las libertades y contra el terrorismo suscrito por el PSOE y el Gobierno de Aznar, como la ley de partidos políticos, como la ilegalización de Batasuna.
La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos vuelve a colocar las cosas en su sitio, vuelve a forzar el regreso del sentido común, vuelve a poner de manifiesto no solo la artificiosidad de muchos discursos bienintencionados, elaborados con ánimo de conseguir la paz, siempre cediendo en algo o en mucho a las pretensiones de ETA/Batasuna bajo la excusa de que lo mismo pretendía el resto del nacionalismo. Dice la sentencia que comentamos: en Euskadi se puede defender el independentismo, y esa defensa no está perseguida.
Dice la sentencia: «Un partido político cuyos responsables incitan a recurrir a la violencia o proponen un proyecto político que no respeta una o varias reglas de la democracia o que busca su destrucción y el desconocimiento de los derechos y libertades que esta reconoce, no puede aprovecharse de la protección de la Convención Europea de Derechos Humanos». La disolución de Batasuna era una necesidad social imperiosa.
No es cuestión de proceder a partir de estas frases a una interpretación extensiva de la sentencia. La redacción de lo citado coloca la sentencia en la cercanía de las razones planteadas por el Tribunal Constitucional alemán para ilegalizar en su día el KPD (Partido Comunista Alemán) y un partido de herencia nazi: promover fines que iban en contra de los principios fundamentales de su Constitución. Todo lo que va en contra de la libertad va en contra de la democracia y no puede ser moneda de curso legal. Y no hay ni democracia ni libertad sin reconocimiento y valoración positiva de las diferencias, del pluralismo, de la complejidad.
Es importante, en cualquier caso, constatar que toda la política antiterrorista llevada a cabo durante los últimos años, desde la firma del citado pacto por las libertades, y que ha tenido como consecuencia acabar con el mito de la imbatibilidad de ETA, propiciar que la sociedad vasca pasara a preguntarse cuándo y cómo iba a acabar ETA, la actuación de todos los poderes del Estado sin vetos de ningún nacionalismo, la eficacia policial acrecentada, el debilitamiento estructural de ETA, la deslegitimación creciente de ETA, la inclusión del término política como calificativo de la deslegitimación, todo ello se ha hecho sin merma de ningún derecho fundamental. Más bien a favor de la libertad de los ciudadanos vascos.
La misma sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos es un hito de gran importancia en la lucha contra el terror de ETA. De la misma forma que ETA coloca un obstáculo insalvable para su proyecto político en cada asesinato que comete, así Batasuna se ha colocado un obstáculo insalvable para su protagonismo político con su recurso al Tribunal de Estrasburgo, recurso que ha provocado la sentencia que comentamos.
Ya nadie puede actuar políticamente en materia antiterrorista desde la duda sobre la legitimidad democrática de los medios empleados por el Estado. Algunos exigen insistentemente que no se use la lucha contra el terrorismo como lucha contra el nacionalismo. Y la exigencia tiene su parte de razón. Es cierto que el PNV ha condenado siempre el terror de ETA. Pero el propio Ibarretxe acostumbraba a decir que todos podíamos hacer algo más contra ETA. No basta con condenar su terror.
Pero el PNV ha estado, especialmente estos últimos años, en contra de todas las medidas adoptadas por el Estado en su lucha contra el terrorismo. No ha aceptado ninguna de las medidas puestas en práctica. Alguna reflexión deberá realizar ahora.
Joseba Arregi, EL PERIÓDICO DE CATALUÑA, 3/7/2009