Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 21/3/12
Muchos en el PNV se lamentan ahora de no haber deslegitimado el proyecto político que había tras ETA
El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, lleva tiempo repitiendo un par de ideas que tienen como destinatarios a ETA y al resto de la izquierda abertzale. El líder nacionalista les reclama que hagan una «revisión autocrítica del pasado» y que efectúen un «reconocimiento del daño causado». Por activa y por pasiva, Urkullu insiste en que ETA y «quienes han justificado la violencia» tienen el deber ante la sociedad vasca de desmarcarse de su pasado y «plantear un discurso de perdón». Les ha reiterado que suya es la única responsabilidad de consolidar la paz.
Las exigencias del líder del PNV coinciden con las reclamaciones de la mayoría de la sociedad vasca. Llevar a cabo una autocrítica de la trayectoria terrorista por parte de ETA y de Batasuna haría visible la derrota política de la violencia, ya que dejaría sin justificación los crímenes cometidos. Por eso la izquierda abertzale se resiste a avanzar por ese camino. Lo máximo que ha aceptado con la declaración del Kursaal es que podían dar la imagen de haber sido insensibles ante las víctimas de ETA. Algunos lo consideraron un inédito paso adelante, pero se limitaron a repetir lo que dijo Arnaldo Otegi el 9 de mayo del 2006 en Avui: «Ha sido un error hacer ver que el dolor de los otros nos daba igual». Al día siguiente matizó sus palabras.
La postura de Urkullu tiene poco que ver con la que el PNV mantuvo en 1998 cuando pensó que podía ayudar al fin de ETA pactando con la banda un programa de máximos nacionalistas. Y poco que ver con los temores del PNV durante décadas a que una derrota política de ETA supusiera la derrota del nacionalismo. Ahora la mayoría del PNV está amenazada por una izquierda abertzale ascendente y trata de esquivar esa derrota.
Tal vez muchos nacionalistas se lamenten ahora de no haber insistido en la necesidad de deslegitimar el proyecto político que había detrás de ETA, un proyecto enfrentado desde la transición con el del PNV. Xabier Arzalluz, en el prólogo al libro escrito por Iñaki Anasagasti y Josu Erkoreka sobre las familias Aznar y Areilza, relata un encuentro en 1980 con los dirigentes de ETA. Arzalluz pidió que le explicaran qué significaba la Alternativa KAS y le respondió Eugenio Etxebeste, Antxon: «El punto primero, que dice ‘amnistía total’, significa estratégicamente ‘la liberación nacional y social de Euskadi’, y, tácticamente, la salida de todos los presos’. Y le contesté: ‘O sea, que para poder hablar de organización a organización con vosotros nos proponéis como condición mandar a casa al lehendakari que acabamos de elegir y a todo el Parlamento vasco y, por añadidura, denunciar el Estatuto de Gernika que acabamos de refrendar. ¿Es esto lo que nos exigís?'». Eso era exactamente. La derrota del proyecto estatutario y democrático por el que había optado el PNV y que había sido respaldado por la mayoría de los vascos. Y eso es lo que todavía se dirime hoy en día.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 21/3/12