Juan Carlos Viloria-El Correo

  • En política, el curriculum no garantiza ni la integridad y ni la eficacia en la gestión de lo público

Detrás del caso de Noelia Núñez, cuya dimisión era obligada por la burda falsedad de su ridiculum vitae, no deja de agazaparse un patético espectáculo de cinismo político. ¿Qué estudios se necesitan para entrar en una actividad partidaria donde lo que más se valora en esta época es la habilidad y seducción para repetir ante las cámaras el argumentario elaborado por otros? Lo segundo más valorado tampoco se estudia en la Universidad. Se trata de dominar el lenguaje de las redes sociales para defender al jefe y atacar al adversario; para difundir los logros del partido y ocultar o minimizar la corrupción del propio. Uno de los más aguerridos tuiteros del momento, el ministro Oscar Puente, azote de la pillada a la joven diputada del PP, acaba de confesar que un superficial curso de Dirección Política, impartido por sus propios colegas de partido en la Fundacion socialista, Jaime Vera, le propulsó a sucesivos cargos de alcalde, diputado y ministro. En la empresa privada, en la dura lucha por los garbanzos, nadie hubiera llegado tan alto con tan poco bagaje profesional.

Para repetir el argumentario del partido o del gobierno, compuesto de frases cortas, exento de la complejidad que exige la gestión de la cuarta economía del euro, y cada vez más empapado de denuestos, escarnio y mofa del contrario, no se requiere título alguno. Paradójicamente, la diputada popular caída en desgracia y, de momento en el ostracismo como en la antigua Grecia, era un fichaje de Feijóo para cubrir esos perfiles que no abundan en el PP. Joven, descarada, con tatuajes, y bronqueras en X. Es decir, figuración, apariencia, imagen y superficialidad. Porque el trabajo real, el de analizar, hincar los codos en un documento, estudios, diagnostico, eso lo hacen los miles de anónimos asesores en despachos sin vistas. Si no, como se entiende que una licenciada en derecho pueda gestionar las Fuerzas Armadas de un país. O, una licenciada en medicina, ser ministra de Hacienda de la cuarta economía del euro. Ministra por cierto que en uno de sus gloriosos momentos mitineros contra las universidades privadas decía que en ellas, los alumnos se compraban un título. Con título «comprado» según Montero, estarían en el Gobierno además del presidente Sánchez (Universidad Camilo José Cela), Marlasca (Deusto) Hereu (ESADE) Elma Saiz (Universidad de Navarra-Opus Dei).

Y, junto al cinismo, la desproporción. Una mentira en un curriculum, a una diputada, le cuesta la dimisión de todos los cargos. Pero la diplomaturas fraudulenta del Alto comisionado del Gobierno para la gestión de la Dana, José María Angel, no tiene coste. Y es que en política, el curriculum es lo de menos, ya se ha visto que Cristóbal Montoro con un gran curriculum profesional, nos la coló en Hacienda.