El borrador de la Estrategia Española para la Seguridad, difundido en noviembre pasado por la cadena SER, proclamaba el «estado de debilidad terminal» de ETA. La última versión del documento es ligeramente menos triunfalista y constata que su fin está más cerca que nunca. Eso sí, reitera que la única salida para ETA es el abandono de la violencia o la derrota policial.
Más preocupante resulta la percepción de España como blanco del terrorismo internacional, que se ha visto incrementada por su creciente implicación en misiones internacionales, la reivindicación de Al Andalus por parte de grupos yihadistas, la proximidad del Magreb o el posible efecto contagio de ideologías radicales entre inmigrantes asentados en España.
Estas son otras amenazas analizadas por la Estrategia:
– Crimen organizado. Tráfico de armas, drogas, seres humanos, blanqueo capitales, etcétera. Advierte de que su peligrosidad está subestimada y puede llegar a corromper las instituciones.
– Ciberamenazas. Destaca que España es un nodo de redes y que los ciberataques podrían poner en peligro el funcionamiento de infraestructuras críticas. Apuesta por afianzar la seguridad del ciberespacio fortaleciendo la legislación y la colaboración con el sector privado.
– Inmigración ilegal. Asegura que flujos migratorios excesivos y no controlados pueden aumentar la conflictividad social, generar guetos urbanos, facilitar la explotación, desestabilizar sectores productivos y facilitar la radicalización ideológica.
– Armas de destrucción masiva. La proliferación de este tipo de armas y la posibilidad de que caigan en manos de organizaciones terroristas es una de las mayores amenazas. Asegura que se sabe que Al Qaeda busca materiales nucleares, pero también radiológicos, biológicos y químicos, por ser más asequibles. Aplaude la participación española en los sistemas de no proliferación y en el programa de defensa antimisiles de la OTAN.
– Vulnerabilidad energética. Alerta de la alta dependencia energética de España y considera clave asegurar el abastecimiento, para lo que aboga por la integración del mercado europeo de gas y electricidad.
– Conflictos armados. La amenaza convencional, aunque mitigada, persiste, y el texto hace incluso una sutil alusión a Ceuta y Melilla para justificar el mantenimiento de una capacidad propia de disuasión militar, al margen de la OTAN.
EL PAÍS, 28/5/2011