Albert Rivera y su equipo veían en los Presupuestos para 2017, y los 4.100 millones de euros en reformas pactados con el Gobierno, un trampolín con el que tomar impulso y vender lo que denominan «política útil». «Gracias a los votantes de Ciudadanos, hoy tenemos unos presupuestos para ayudar a la clase media trabajadora», dijo Rivera.
Sin embargo, esas cuentas contemplan una gran rebaja del Cupo vasco, circunstancia que ha generado malestar interno en un sector de la formación naranja, que tiene como bandera la supresión del concierto económico vasco. Rivera trató de echar de forma rápida agua a ese fuego desmarcándose del acuerdo Gobierno-PNV y diferenciando Presupuestos de la Ley del Cupo, que dijo será rechazada por su partido.
Cargos de Ciudadanos en las instituciones de distintas comunidades están molestos y contrariados por el apoyo de su partido a unos Presupuestos que afianzan y respaldan el Cupo vasco. Las fuentes consultadas por este diario señalan, asimismo, que ese apoyo a las cuentas públicas ha incomodado a algún miembro de la dirección. Cataluña, Valencia, Madrid, Navarra o Asturias son algunos lugares donde existe descontento.
«Parece que no somos de fiar. Defendíamos la supresión del Cupo y ahora apoyamos unas cuentas que lo avalan», reflexiona un destacado cargo público que pide el anonimato. «Hace sólo cinco meses insistíamos en no apoyar nada que ahondase en la desigualdad de los españoles».
Esta reflexión es compartida en un sector del partido. Los cargos consultados señalan que Ciudadanos tiene uno de sus pilares políticos en la igualdad de los españoles y el acuerdo Gobierno-PNV es un torpedo en esa defensa.
El Gobierno necesita el voto de los cinco diputados del PNV para superar las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos. Logró su respaldo, pero a cambio de una gran rebaja del Cupo –el dinero que anualmente entrega el Gobierno vasco al central por los gastos que asume el Estado en el País Vasco por las competencias no transferidas–. Este acuerdo incide en los Presupuestos, pues el proyecto estimaba unos ingresos por el Cupo vasco de 1.202 millones de euros, cuando en realidad serán de poco más de 800 millones.
Desde Ciudadanos Asturias, el diputado en la Junta General del Principado Armando Bartolomé Fernández señaló que «no puede haber ciudadanos que puedan tener privilegios en función del territorio en el que se viva» y criticó que el pacto Gobierno-PNV hace que se «agranden las diferencias». Hay voces entre los cargos y la militancia que consideran necesario revisar el sí a los Presupuestos. Una opción que no se contempla en la dirección.
Valencia es un punto caliente. Alexis Marí, ex portavoz autonómico apartado recientemente por la dirección nacional de este cargo y muy crítico con la Ejecutiva del partido, señaló en una entrevista que si Ciudadanos «rompe» su defensa de «la igualdad y la solidaridad entre todos los españoles» y acepta «lo infumable del Cupo vasco y el concierto navarro» por «un interés partidista», se perdería, a su juicio, «la identificación con la marca que uno creía que defendía».
Marí defiende no votar a favor de los Presupuestos y lo que suceda será importante, según él mismo, para continuar o no en el partido. De la misma opinión son otros cuatro diputados autonómicos de Valencia –David de Miguel, Alberto García, Domingo Rojo y Antonio Woodward–. Su marcha rompería el partido en esta comunidad. Pero no sólo ellos critican el apoyo al Cupo vasco. Emigdio Tormo, también diputado en las Cortes Valencianas y coordinador de Ciudadanos Alicante, señaló la semana pasada en una entrevista: «Hemos estado siempre en contra del Cupo vasco y lo hemos sufrido en las elecciones vascas, donde nos castigaron por ello».
Es otra idea compartida por muchos. La supresión del Cupo vasco cerró la puerta a Ciudadanos en el Parlamento vasco. Los candidatos de este partido vieron mermadas sus posibilidades ante este postulado.
Rivera, horas después de conocerse los detalles del acuerdo sobre el Cupo vasco, y conocedor de que existía malestar en un sector de su partido, trató de apaciguar las aguas. Durante el debate de las enmiendas a la totalidad apuntó que veía «razonable» actualizar el Cupo vasco, pero que su partido votará en contra si lo que pretende el Gobierno es convertirlo en un «Cuponazo» y consolidar «un privilegio» para que una parte de los españoles pague menos impuestos que otra.
«La parte del Cupo no está en el Presupuesto, es una ley que va aparte y nosotros no estamos de acuerdo», fue su compromiso, en un discurso repetido por sus portavoces. «Creemos que la solidaridad entre españoles ya está bastante cuestionada con el modelo».
Ciudadanos, en principio, se posicionó a favor de la supresión de este beneficio fiscal. Así lo dejaba claro en su programa para las generales de 2015: «El proceso de armonización fiscal a nivel europeo que Europa experimenta tendrá como punto final la sustitución del sistema de concierto económico vasco y navarro por el régimen general».
Sin embargo, pronto matizó su postura para abogar por actualizarlo y no suprimirlo. De hecho, en su programa para la repetición electoral de junio de 2016 ya se decía: «Se recalculará de manera razonable la contribución vasca y navarra a la Hacienda estatal para evitar desigualdades en el acceso de los ciudadanos a los servicios». En todo caso, su posicionamiento se tradujo en una campaña en el País Vasco de perfil bajo y muy condicionada.