EL DIARIO.ES 17/12/15
· El candidato de Ciudadanos trenza un discurso trufado de españolidad, igualdad y críticas a los separatistas, populistas y viejos partidos. «Hasta el último pueblo de Guipuzcoa, Vizcaya y Álava son tan España como La Castellana», ha resumido.
· Rivera defiende una «caja común» fiscal en un marco europeo porque «garantiza los derechos de los ciudadanos vascos» y los «defiende mejor» que el sistema de Concierto y el Cupo.
Y Albert Rivera, el candidato a presidente del Gobierno por Ciudadanos, resucitó el ‘espíritu de Ermua’. Aquel grito de rebeldía ciudadano que nació de la ciudadanía tras el secuestro y asesinato en julio de 1997 del concejal popular de esa localidad vizcaína, Miguel Ángel Blanco. Lo hizo en un acto en un céntrico hotel de Bilbao que estaba abarrotado de gente, aunque las encuestas no le sonríen en Euskadi. De constitucionalistas y de españoles que defienden la igualdad y que nunca han tenido complejos de hablar de España y reivindicar su españolidad. Porque como dijo Rivera, «no hay nada más español que ser de ciudadanos en Cataluña y en el País Vasco».
Algunos, como Teo Uriarte, fueron juzgados en el Proceso de Burgos como miembro de ETA, otros como Javier Elorrieta, presente también en el acto político de Bilbao, llegaron a ser parlamentarios independientes en las listas del PSE-EE. También se pudo ver en el acto a realizadores de cine comprometidos con las víctimas del terrorismo etarra como Iñaki Arteta. Muchos de los que participaron en el movimiento ¡Basta Ya! en los años de plomo y algunos de los que primero apoyaron a las fuerzas constitucionalistas clásicas (PP y PSE-EE) y que poco después se dejaron seducir por UPyD. E incluso les representaron en el Parlamento europeo, como Fernando Maura, ahora número seis en la lista de C´s por Madrid, y que ha tomado la palabra en el acto. No así el líder del partido naranja en Euskadi, Nicolás de Miguel, que entró en la sala del hotel junto al líder, pero no se subió a la tribuna.
La segunda especificidad de la intervención de Rivera ha estado relacionada con una de las polémicas que le han perseguido a su formación desde la precampaña: su propuesta de acabar con el Concierto Económico y el Cupo vascos dentro de una reforma fiscal europea «que en algún momento Europa tendrá que abordar». Y con el argumento de la igualdad y de la defensa de los derechos en cualquier parte de España – «Hasta el último pueblo de Guipuzcoa, Vizcaya y Álava son tan España como La Castellana», ha asegurado gráficamente-, ha abogado por una «caja común» fiscal en un marco europeo, porque «garantiza los derechos de los ciudadanos vascos» y los «defiende mejor» que el sistema de Concierto y el Cupo. «Un sistema federal como el alemán los defiende mejor», ha subrayado.
Es en ese momento en el que ha cuestionado al PNV y ha discrepado de su ideario, basado en que «los vascos quieren ser distintos. Los vascos lo que quieren es vivir mejor», ha apuntado, porque «tienes los mismos problemas que el resto de españoles: paro, corrupción, precariedad…».
· «Me comprometo a no gobernar con condiciones o apoyo de los partidos separatistas», porque «es imposible gobernar España con quien quiere romper España».
Rivera no es muy dado a compromisos públicos (él mismo lo ha reconocido en su intervención). Pero ha sellado con sangre uno en Euskadi: «Me comprometo a no gobernar con condiciones o apoyo de los partidos separatistas», porque «es imposible gobernar España con quien quiere romper España». Y ha cargado contra Podemos por su «populismo», pero también por ir de la mano de Bildu en una candidatura ciudadana para el Senado que apoyan otras fuerzas navarras.
Lo demás de su discurso lo ha llenado su invitación al cambio, a aquellos constitucionalistas que antes apoyaron otras opciones políticas y ahora piensan: «voy a votar otra cosa, voy a votar un cambio». Un cambio desde el «centro político» que ha reivindicado, al tiempo que ha reivindicado otros tres proyectos para España que le precedieron: el de Suárez (UCD), el de Felipe González (PSOE) y el de José María Aznar. No así el de Zapatero o el de Rajoy, que defendieron un «proyecto para los suyos». «Este es el cuarto proyecto para España», dijo, aludiendo a Ciudadanos; una «segunda Transición» para «cambiarlo todo sin romper nada». Con mesura, casi susurrando, tímidamente, como los gritos de «presidente, presidente» que se escucharon con sordina al final del mitin.