EL CONFIDENCIAL 11/02/16
· El presidente en funciones y el líder de C’s se encuentran este jueves en el Congreso. Sobre la mesa y con la investidura de Sánchez en marcha, el último intento por lograr un acuerdo constitucionalista
Mariano Rajoy y Albert Rivera mantendrán hoy su primer cara a cara a solas y a puerta cerrada desde que Felipe VI hiciera al líder socialista, Pedro Sánchez, el encargo de intentar formar Gobierno. La esperada cita tendrá lugar en territorio neutral, en una sala del Congreso no adscrita a grupos ni al Ejecutivo, y a la que Rivera acudirá con propuestas concretas bajo el brazo para debatir con el candidato popular. La primera conversación telefónica que ambos compartieron se produjo a los pocos días de que Rajoy rechazara la oferta del Rey para someterse a la primera sesión de investidura. Una semana más tarde, el 4 de febrero, el líder centrista reprochaba al conservador no haber retomado el diálogo y horas después hubo un segundo contacto telefónico.
La reunión de hoy precederá a la de Rajoy y Sánchez en la tarde de mañana, tras superar varios desencuentros. Rivera y el jefe de los populares parten de un mismo punto en común: la defensa de una alianza constitucionalista y la exclusión de Podemos de cualquier pacto de Gobierno. Hasta ahora, la estrategia desarrollada por el grupo naranja, que hoy volverá a insistir en que Sánchez es el candidato elegido por el Monarca para liderar cualquier pacto, consistía en convencer al PP de participar en un acuerdo a tres bandas -vía abstención- apelando directamente a la responsabilidad y sentido de Estado de Rajoy y los suyos.
La linea trazada es muy clara: en caso de rechazar el diálogo con PSOE y C’s, el jefe de Génova se retratará, al permitir el avance de una alianza de izquierdas en la que Pablo Iglesias tendrá un peso capital. Por otro lado, los casos de corrupción que desde hace tiempo consumen al Partido Popular y la reciente explosión de la operación Taula en la Comunidad Valenciana confirman la enorme dificultad de que la figura de Mariano Rajoy pueda liderar el Gobierno regeneracionista en esa «nueva transición» que tanto demanda el ideario naranja. Ante esta situación, Rivera se erigirá una vez más en el ‘mediador’ encargado de romper la «guerra fría» que persiste entre los dos grandes partidos, como ya hizo en el pacto de la Mesa del Congreso.
El presidente de Ciudadanos acude a la cita manteniendo además negociaciones paralelas con el Partido Socialista, en las que sendos equipos, metidos de lleno en materia, empiezan a encontrar puntos comunes –política fiscal y regeneración- y discrepancias –reforma laboral– en muchos de los asuntos. Aun así, las conversaciones continuarán siendo intensas, teniendo en cuenta que la investidura de Sánchez podría tener lugar a principios de marzo y, por tanto, en los últimos días de febrero el acuerdo -refrendado por las bases- deberá estar cerrado. Según fuentes de Ciudadanos presentes en las negociaciones, los plazos «se están y seguirán exprimiendo al máximo» y las dificultades podrían ser a su juicio más «de concreción programática» que de tiempos en general.
Sin el PP, no habrá posible acuerdo
Sin embargo, el líder de Ciudadanos tiene claro que el apoyo del PP es necesario para alcanzar un Gobierno constitucionalista. Más allá de los cálculos aritméticos -para los que también hace falta el acuerdo de PP, C’s y PSOE-, Rivera insiste en que las grandes reformas del país -empezando por la de la Constitución- necesitan contar con el visto bueno de los populares, que tienen mayoría absoluta en el Senado y que además no saldrían adelante tampoco sin dos tercios o tres quintos del apoyo total de la Cámara Baja. «Sin el PP, no podemos avanzar», aseguró el líder de centro tras su reunión con Pedro Sánchez el jueves pasado. Consciente de esta realidad, Rivera pretende seducir a Rajoy con una hoja de ruta concreta que ponga negro sobre blanco las coincidencias que las tres formaciones tienen para el futuro de España, manteniendo lejos la incursión de Podemos y el apoyo directo o indirecto de los partidos nacionalistas.
Desde luego, entre Ciudadanos y el PP, coincidencias, haberlas haylas. Las dos líneas rojas señaladas una vez más por Rajoy ante el Grupo Popular este miércoles, «la unidad de España y la soberanía nacional no se discuten», forman parte del ADN del partido naranja. El candidato del PP -igual que Rivera- asegura que la otra opción de Sánchez (pactar con Podemos, apoyado aunque sea a través de la abstención por formaciones independentistas) pondría en riesgo estas dos máximas. Los objetivos fundamentales de mantener la recuperación económica y crear empleo de calidad también están entre las prioridades defendidas por Rivera. Y la principal novedad expresada ayer por Rajoy va en línea con el requisito básico con sello naranja: el presidente del PP se mostró abierto a discutir los nuevos planteamientos y medidas para luchar contra la corrupción que otros partidos puedan plantear.
En todo caso, Rivera, que siempre se ha mostrado partidario de mantener negociaciones tanto con PSOE como con PP, podría insistir a Rajoy en que su formación participe en las mesas de negociación iniciadas con el objetivo de ir uniendo puntos comunes que tracen un camino conjunto. Por otro lado, fuentes de Ciudadanos reconocen que la investidura de Sánchez es el primer paso para desbloquear la situación actual -que Rajoy alimentó declinando la oferta del Rey-. Es decir, después de la votación de Sánchez, en caso de salir negativa, comenzarán dos meses de cuenta atrás «de duro trabajo», como el propio portavoz naranja explicó ayer en una rueda de prensa, para lo que resulta conveniente que fluyan también las conversaciones con los populares.
Juan Carlos Girauta reconoció que si no se logra un acuerdo entre partidos constitucionalistas, solo quedarán dos opciones: el Gobierno «populista» con Podemos y los nacionalistas o la convocatoria de nuevas elecciones. Pero la formación nacida en Barcelona se muestra optimista en que las negociaciones sigan su curso y confía en que el acuerdo termine llegando ‘in extremis’, como por ejemplo sucedió en Cataluña. La pelota está en el tejado de Génova y Rajoy se muestra contundente en que el partido más votado deberá ser el que presida el Gobierno respaldado por los otros dos partidos constitucionalistas, a pesar de que él mismo rechazó la oferta para intentarlo en primera instancia, y a pesar de la rotunda negativa socialista a ese supuesto.