Miquel Giménez-Vozpópuli
- Yo creo que el cerebro que está detrás de este robo tan a la remanguillé o es Arsenio Lupin o, y me inclino por este, Fantômas
Anda el ministro del interior francés, Monsieur Laurent Nuñez, sin acento, absolutamente désolée, con dos. Acentos, digo. Los señores ladrones han robado en el sacrosanto Museo del Louvre y, además, empleando métodos completamente analógicos. Nada de escáneres, rayos láser, complejos algoritmos o similares artefactos que Dios confunda. Estos cacos de la vieja escuela – a saber si serán autónomos que no han visto otra salida – cogieron un camión con escalera extensible, lo plantaron al pie del edificio, tiraron de una cortadora de disco para forzar la entrada y, hala, se metieron en el interior de la Galería Apolo, que es donde se encontraban las joyas que buscaban. Estas no eran moco de pavo – crotte de nez de dinde en traducción literal – ya que el lote expuesto consistía en las únicas piezas que quedan de la corona francesa, poquitas, porque la mayoría se las pulieron los revolucionarios en su día, que la pela es la pela; además también birlaron las de Napoleón y Napoleón III, y cometido el ilícito, salieron tan campantes por donde habían entrado y hasta luego Mari Carmen. Ocho piezas que, aparte de lo que puedan pagar por ellas que no será poco, tienen un incalculable valor histórico. Todo eso muy cerquita del lugar que ocupa en la pinacoteca la Mona Lisa. O sea que si les hubiera dado por ahí hacen lote y también se la llevan. ¿Sonaron las alarmas? Sí. ¿Había personal del museo? También pero según los protocolos de seguridad lo primero era poner a salvo al público asistente.
Yo creo que el cerebro que está detrás de este robo tan a la remanguillé o es Arsenio Lupin o, y me inclino por este, Fantômas. Sólo un genio del crimen podría entrar en un museo, decir hola que tal, meterse el botín pa la saca, despedirse con un educadísimo que ustedes lo pasen bien, y pirarse como el que no quiere la cosa. Pero esto me inquieta, porque si los amigos de lo ajeno osan robar en museos que deberían ser fortalezas inexpugnables ¿qué pasará el día que decidan visitar nuestro país? Imaginen que Fantômas quiere robar en Ferraz que alberga, como saben, el museo del socialismo. ¡Tremenda sensación de angustia! O, por poner otro ejemplo, en cualquier Museo del Sudor Viril, léase saunas, de la familia de Begoña. Digo más, ¿qué pasa si se llevan a esa la joya de las joyas, a ese diamante Koh-I-Nor del progresismo que es la mismísima Begoña? ¿Tiene alarmas Moncloa para evitar la sustracción, no sé, de los calzoncillos de Sánchez? Son dudas lógicas que nos asaltan a todos y deberíamos pedirle explicaciones a las autoridades para saber si se están tomando medidas. ¿Está asegurado el ropero de Mariyoli? ¿Tiene cerradura de combinación la boca de Oscar Puente?
Tiemblo solo de pensar que esa banda pueda entrar un día en del Congreso y llevarse a la mayoría sanchista. No se rían. Que son unos perlas es indiscutible y al precio que están valdría la pena.