En los últimos días se ha producido un cambio en el comportamiento de la mayoría independentista del Parlament. Junts pel Sí y la CUP ya no temen aparecer como fuerzas autoritarias en la última fase del procés y, amparadas en la «ofensiva judicial» del Estado y su negativa a negociar el referéndum, responden con la misma moneda en el Parlament. Las dos formaciones, que liquidaron en una sesión la comisión de investigación sobre el caso Santi Vidal a principios de semana, vetaron ayer la presencia de catedráticos que habían pedido partidos de la oposición para asesorar en la reforma del reglamento de la Cámara.
Los independentistas están cambiando el reglamento para, entre otras cosas, poder presentar y votar el mismo día la llamada «ley de desconexión» de Cataluña con el resto de España. La comparecencia de los expertos que habían pedido el PSC y Catalunya Sí que es Pot podía retrasar la aprobación de esa modificación, y Junts pel Sí y la CUP actuaron de nuevo sin complejos e impusieron su mayoría parlamentaria.
Socialistas y comunes–como se llama al movimiento en el que confluyen Podemos, ICV y el entorno de Ada Colau– propusieron que los catedráticos de Derecho Constitucional Xavier Arbós y Joan Vintró comparecieran para opinar sobre la reforma, pero los independentistas lo vieron «innecesario» y juzgaron que no podían «aportar nada».
Como consecuencia, la reforma del reglamento sigue su curso. Cuando se apruebe, una proposición de ley impulsada por cualquier grupo se podrá tramitar en lectura única. Los independentistas se dejan esa puerta abierta a impulsar la desconexión por sorpresa, para no dar margen de actuación al Gobierno y al Tribunal Constitucional, y ahorrándose la fase previa de control.
La reunión de ayer de la comisión de reforma del reglamento duró apenas 10 minutos, los que tardaron Junts pel Sí y la CUP en tumbar las dos propuestas de comparecencia, que contaron con los votos a favor de PSC, CSQEP y Cs, y la abstención del PP.
La decisión provocó «indignación» en la oposición, aunque el presidente de Junts pel Sí en la Cámara, Jordi Turull, tratara de zanjar el debate diciendo: «No hay precedentes de que en reformas del reglamento haya comparecencias de catedráticos, porque quienes más conocen y más expertos son en el reglamento son justamente los letrados del Parlament». En esta ocasión la CUP se mostró de acuerdo con él.
Pero la portavoz de los socialistas, Eva Granados, criticó que «la mayoría independentista, una vez más, vuelva a pasar el rodillo, amordace a la oposición y deje al Parlament a oscuras y en silencio».
El líder parlamentario de CSQEP, Lluís Rabell, había defendido antes que, «a pesar de la dinámica que se quiere imprimir al trabajo de esta ponencia», en referencia a la premura con la que los independentistas quieren aprobar la reforma del reglamento del Parlament, «un mínimo de debate y asesoramiento sería necesario».
«Junts pel Sí y CUP han perdido toda la vergüenza parlamentaria. Consideran que el Parlament es suyo y de nadie más», lamentó por su parte el diputado de Cs José María Espejo-Saavedra.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, confirmó después, durante una comida que compartió con una entidad soberanista, que la actitud de Junts pel Sí es una represalia contra la oposición: «Si quieren hablar en el Parlament de lo que significa hacer un Estado independiente, les invito a que dejen de poner trabas y no acudan al Tribunal Constitucional».
La Infanta Cristina regresó ayer al Palacio Real por primera vez en cuatro años para asistir a la misa funeral por su tía abuela Alicia de Borbón-Parma, fallecida a los 99 años el pasado 28 de marzo. Doña Cristina, recientemente absuelta como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales cometidos por su marido, Iñaki Urdangarin, en el caso Nóos entró en la Capilla Real del palacio acompañada de su hermana, la Infanta Elena, pero sin su marido, al que no se esperaba. Según informó la agencia Efe, Doña Cristina asistió al acto religioso desde la primera fila de asientos reservada a la familia del Rey, donde también se sentaron su hermana y sus tías, las Infantas Pilar y Margarita, y el esposo de ésta, Carlos Zurita.
En la misa, la Infanta Cristina coincidió con los Reyes Felipe VI y Doña Letizia, y con Don Juan Carlos y Doña Sofía, como ya ocurrió en octubre de 2015 con el funeral del Infante Don Carlos en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Los Reyes presidieron el acto desde un dosel situado en perpendicular con el altar mayor.