ABC 07/02/17
· El independentismo sigue a pie de calle, pero sin la euforia de anteriores marchas
Romería independentista, aunque con menos euforia que en otras ocasiones. Los seguidores del proceso independentista estaban ayer más que citados para arropar a los encausados por la consulta ilegal del 9-N. Los habían convocado las entidades soberanistas hace más de un mes y, por si esto fuera poco, desde el Govern les animaron reiteradamente a pedirse fiesta por la causa. Tampoco fue muy necesario: predominaban los jubilados.
Los independentistas cumplieron. Fueron más de 40.000 según el ayuntamiento –16.300, según los cálculos de Sociedad Civil Catalana– los que acudieron a primera hora de la mañana al paseo Lluís Companys. Muchos vinieron a Barcelona en autocar –las entidades fletaron más de 150 vehículos– y algunos de ellos, por cierto, calcularon mal y llegaron tarde.
La mayoría de ellos se dieron un buen madrugón por el «proceso». A los de la comarca de la Terra Alta, por ejemplo, el despertador les había sonado a las cuatro de la madrugada, y a los de la Conca de Barberà, a las 5.30. Fue el caso de Jordi, que acudió a la cita porque «quiero que –los acusados– sepan que no están solos. Yo también soy tan culpable como ellos», aseguraba. Núria, llegada de Gerona, apuntaba que «no sé cómo terminará a nivel judicial, pero haremos lo que sea para defender que tenemos que votar».
A pesar del gélido viento que soplaba en Barcelona, desde antes de las ocho horas los aledaños del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña se fueron llenando. Además de esteladas, entre el «atrezzo» se encontraron decenas de urnas caseras –algunas precintadas, otras enjauladas–, grilletes de cartón y el cartel con el lema «Love democracy» (Ama la democracia).
Procesión silenciosa
La «performance» soberanista empezó frente al Palau de la Generalitat. Desde allí partieron, con un tono muy solemne, los encausados Mas, Ortega y Rigau junto al séquito de autoridades, entre ellos Carles Puigdemont. Lo que se preveía un reivindicativo trayecto hasta las puertas del TSJC fue en realidad un silencioso paseo –en algunos ratos una marcha rápida, quizás para no llegar tan tarde a la cita judicial– del que destacaron tímidos cantos a la independencia.
El recorrido, eso sí, buscó tocar la fibra. Obviando el recorrido lógico y directo hasta el TSJC, la romería hizo parada en dos puntos de culto soberanista: el Fossar de les Moreres –donde están enterrados los defensores de la ciudad en el sitio de 1714– y el Born Centre Cultural.
A medida que la comitiva se acercaba a Lluís Companys, subió la cantidad y volumen de los cánticos, aunque algunos asistentes lamentaron a ABC que «la gente estaba poco animada, nos esperábamos más gritos». Sería por el frío. El paso de la comitiva por debajo del Arco de Triunfo antes de entrar en los juzgados era la foto buscada, aunque la mayoría de los asistentes no lo pudo ver. A pesar de llegar tarde –el enfado del presidente del TSJC era notorio–, Mas, Ortega y Rigau recorrieron el tramo final a cámara lenta, arropados por los gritos de «No estáis solos». Fue el gran momento de éxtasis, comunión colectiva en una jornada que no obstante, el frío, la incógnita sobre la evolución judicial del caso y la rutina de tantas movilizaciones enfrió algo los ánimos.