Editorial-El Correo

  • Euskadi debe analizar las causas de su descalabro en el Informe PISA, que apunta a problemas de fondo en el sistema educativo

No puede sorprender que la pandemia, con el cierre de aulas que impuso el confinamiento y la necesidad de improvisar una enseñanza online durante meses, haya rebajado el nivel de conocimientos adquiridos por los alumnos. Sí la magnitud de tal deterioro. El Informe PISA, la mayor y más prestigiosa prueba internacional de evaluación del aprendizaje, refleja un tan generalizado como rotundo retroceso -el mayor desde que comenzó a publicarse en 2000- en las tres áreas que mide entre alumnos de 15 años: matemáticas, lectura y ciencias. Es natural que Euskadi se haya visto inmersa en esa tendencia global. En absoluto lo es que sus resultados, los peores que jamás ha obtenido, caigan por encima de la media y le sitúen en el furgón de cola de España en las dos últimas categorías. Una circunstancia que no obedece a razones coyunturales, sino de fondo, ya que el rendimiento de los escolares vascos ha sufrido el mayor descalabro en la última década junto al de los de Cataluña y Navarra. El covid, por tanto, solo ha agudizado una línea descendente que viene de muy atrás.

El informe toma el pulso a la capacitación de estudiantes de 81 países de la OCDE. Aunque sus conclusiones no sean extensibles sin matices al conjunto de cada sistema educativo, sí ofrecen una fotografía suficientemente nítida sobre ellos como para que quienes los dirigen tomen nota. En el de 2022, Euskadi logra su mejor dato en matemáticas, donde se mantiene por encima de la media nacional y de la UE y ocupa el noveno lugar entre las comunidades. En lectura empata en el puesto 11 con Baleares y en ciencias tiene el 14. En todos los casos, muy lejos de Castilla y León -líder en los tres ránkings-, Asturias, Cantabria o Madrid, aunque realiza la mayor inversión por alumno de España. Un desajuste que no habla muy bien de la gestión de los recursos públicos.

Pese al autocomplaciente discurso oficial, estas cifras revelan serias carencias. También el hecho de que los inmigrantes consigan los peores resultados del país, lo que cuestiona la estrategia con los más vulnerables. El Gobierno vasco sigue sin dar una respuesta satisfactoria a unas cifras demoledoras. En vez de mirar hacia otro lado, convendría que analizara las razones de este rotundo suspenso y adoptara medidas para revertir una situación que debería preocuparle profundamente. Visto el desplome de Cataluña, no estaría de más preguntarse por la incidencia de la cuestión lingüística en unas notas tan pobres.