José Ignacio Wert, DIARIO VASCO, 5/6/11
El ascenso de Pérez Rubalcaba (como no me atrevo a seguir su consejo a los allegados -«llamadme Alfredo»- pero estoy corto de espacio, en adelante APR) a la candidatura socialista (a falta de trámites menores) me ha traído a la cabeza algunas películas. La primera, ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, evocada por la fuerza con que está instalada en la opinión más proclive a APR su leyenda de vencedor de batallas políticas imposibles. Como le pasaba al Ransom Stoddard que interpretara genialmente James Stewart, esa leyenda no está muy acorde con la realidad. De hecho, es más fácil recordar algunas sonadas derrotas electorales (sin ir más lejos, la de las elecciones generales de 2000, en las que ofició de director de campaña) o derrotas internas (con Almunia, contra Borrell; con Bono contra Zapatero; con Jiménez, contra Gómez) que victorias conocidas. Salvo, claro está, que le atribuyamos la de 2004 a su lapidario «los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta», cosa que no creo que le gustara. No olvidemos tampoco que, según Zapatero, el ascenso de APR a la vicepresidencia era «para darle la vuelta a las encuestas». No se la dio ni a las encuestas ni, a la vista de lo que pasó hace 15 días, a las propias papeletas.
La segunda, de nuevo con Jimmy Stewart, ‘El hombre que sabía demasiado’. Aquí tenemos su propia confesión («yo sé todo de todos») como evidencia. Lo malo es que no sé si nos tranquiliza demasiado que el que -por su oficio; no lo estoy criticando- está obligado a saber todo de todos, incluidas las miserias de sus adversarios, sea al mismo tiempo el candidato que puede usar parte de ese todo que sabe sobre todos contra algunos. Esperemos que sepa distinguir la obligación funcional de la devoción partidaria.
La tercera, mucho más actual, una de los Coen, ‘El hombre que nunca estuvo allí’. Como el torvo barbero al que dio vida Billy Bob Thorton, APR se enfrenta a eso que él mismo ha definido como el «cambio en la continuidad», o sea, la gallina. Porque después de siete años a la sombra de Zapatero (si bien en los últimos meses era difícil saber quién era el cuerpo y quién la sombra) va a ser muy complicado que el personal le compre eso de que él «sabe lo que hay que hacer», teniendo en cuenta que ha estado en una posición desde la que no se entiende que no lo haya hecho.
Curioso: los tres títulos comienzan con ‘El hombre que.’. O sea, como en el anuncio de colonia, vuelve el hombre. O más bien, lo que pasa es que nunca se había ido. Porque realmente, ahora que lo pienso, hay un cuarto título de esos de hombres que le encaja a APR como anillo al dedo. Me refiero a la película de Fred Zinnemann sobre Tomás Moro, ‘A man for all seasons’, que en España se llamó ‘Un hombre para la eternidad’. No sé si APR da para tanto -la eternidad-, pero, a la vista de los antecedentes, no lo descartaría.
José Ignacio Wert, DIARIO VASCO, 5/6/11