Federico Quevedo, EL CONFIDENCIAL, 8/11/11
¿Quién ganó el debate? Yo, desde luego, no me atrevo a dar a ninguno de los dos contrincantes por ganador de una contienda predestinada a acabar en tablas, pero en la medida en la que Alfredo Pérez Rubalcaba no ha conseguido su propósito y Mariano Rajoy sí ha logrado el suyo, habría que convenir que ha sido el segundo quien ha salido airoso del envite, por más que pueda haber razones que convenzan a muchos de que, en términos de fondo y forma, el debate lo haya ganado Rubalcaba.
Da igual. Verán, el objetivo del candidato socialista era ir a este debate a tumbar, casi literalmente, al líder del PP, a demostrar a los ciudadanos que votar a Mariano Rajoy es el mayor error que pueden cometer el próximo día 20, y todo con tal de movilizar a un electorado de izquierdas que hoy por hoy vive en una desafección profunda hacia las siglas que atrajeron su voto en las dos últimas convocatorias.
Teniendo en cuenta que en las encuestas Rubalcaba parte como perdedor, él era el más interesado en que se celebrara este debate, y no solo éste, sino al menos uno más, pero por tratarse sólo de éste lo que cabía esperar es que saliera al campo de batalla con artillería muy pesada. Rajoy, por su parte, tenía muy poco interés en la celebración de este cara a cara porque parte con mucha ventaja y en estos casos siempre se corre el riesgo de perderla, si no toda, al menos una parte. Por eso, Rajoy afrontaba el debate desde otra perspectiva radicalmente diferente, intentando transmitir tranquilidad al electorado, huyendo de frases agresivas y de actitudes que pudieran parecer prepotentes… En el imaginario del PP todavía está presente aquel primer debate en Antena 3 entre Aznar y González, que ganó el primero en la mesa, pero que perdió luego en las urnas. Con todo, aquel fue un debate fresco, intenso, apasionante…
El efecto Rubalcaba terminó por desinflarse ayer y eso que, formalmente, hasta pudo haber ganado el debate por puntos…
Hoy no podemos decir lo mismo del debate de ayer, ni de el de ayer ni de casi ninguno de los anteriores. Hubo momentos casi tediosos, y eso contribuye a abundar en la idea de las tablas, lo que en definitiva supone una victoria para Mariano Rajoy. ¿Por qué? Pues básicamente porque este debate no ha debido de mover ni un solo voto ni para un lado ni para el otro, y es ahí donde el candidato Rubalcaba, que en algunos momentos del debate parecía el aspirante cuando ese papel, en principio, le correspondía a Mariano Rajoy, ha desaprovechado la que probablemente sea la última oportunidad que tenía, si no para darle la vuelta al resultado que apuntan las encuestas, sí al menos para intentar reducir considerablemente la distancia. Un fracaso en su objetivo y, como tal, un éxito de la estrategia de Mariano Rajoy, por más que el líder del PP estuviera ayer tan excesivamente cauto que hasta resultaba irritante verle leer las intervenciones iniciales y la final, como si tuviera que aprender todavía una lección que ya debería saberse de memoria…
Pero no quería dejar ni un solo espacio a la equivocación, al error… Tenía perfectamente medido lo que quería decir, y cómo quería decirlo, hasta el punto de que prácticamente durante todo el debate permitió que Rubalcaba le interrumpiera sin quejarse, y tan solo le respondió con la misma moneda en el único asunto que el líder del PP llevaba como argumentarlo machacón: el PP garantizará el Estado del Bienestar, es más, hasta se comprometió a ‘descongelar’ las pensiones para que no quede ninguna duda del compromiso de Rajoy con un Estado del Bienestar que, en efecto, se financia de la única manera posible, es decir, con impuestos que salen del trabajo de los ciudadanos, y para eso lo que hay que conseguir es más trabajo.
Y así erre que erre, repetidamente, para que el mensaje calara bien hondo en la opinión pública. No hacía falta más, ese es un lenguaje que la gente entiende a la perfección, y ni siquiera el tono inquisitorial, y sin duda efectista de Rubalcaba, le hizo salirse del guión. Y ya está. No dio la cosa para mucho más, aparte de algunos detalles por una y otra parte que quedarán para las hemerotecas audiovisuales. Para Rajoy, un escalón más que apuntala el resultado del 20N. Para Rubalcaba, una oportunidad perdida. Quedan 12 días de campaña, y es difícil, muy difícil, que a base de mítines y comparecencias ante los medios pueda el PSOE invertir la tendencia que le augura uno de los peores resultados de su historia, sino el peor. El efecto Rubalcaba terminó por desinflarse ayer y eso que, formalmente, hasta pudo haber ganado el debate por puntos… Y si es así, para lo que le ha servido…
Federico Quevedo, EL CONFIDENCIAL, 8/11/11