EL CORREO 02/11/13
· El líder de la oposición y el presidente del Gobierno coinciden en creer que Artur Mas no se atreverá a dar el paso definitivo
Alfredo Pérez Rubalcaba garantizó a Mariano Rajoy en la reunión que mantuvieron el miércoles de la pasada semana en La Moncloa el apoyo del PSOE a las medidas que adopte el Gobierno para evitar la consulta soberanista en Cataluña. Aunque el Ejecutivo y los socialistas discrepan sobre la estrategia que se debe seguir para intentar convencer a Artur Mas de que desista de su proyecto independentista, el líder de la oposición aseguró la lealtad de su partido porque se trata de «un asunto de Estado».
Cataluña, por primera vez, ocupó la mayor parte de la charla que mantuvieron Rubalcaba y Rajoy. El líder socialista vio preocupado por el escenario catalán al presidente del Gobierno y viceversa, según confirmaron fuentes de los dos entornos. En la conversación quedó patente el desacuerdo de Rajoy con la reforma de la Constitución que propugna el secretario general del PSOE para convertir a España en un Estado federal, iniciativa que, por otra parte, se queda corta para las aspiraciones de los soberanistas de Cataluña. Pero en el encuentro de La Moncloa también surgió un acuerdo firme para caminar de la mano en el objetivo de evitar el referéndum de autodeterminación o rechazar una eventual declaración unilateral de independencia por parte del Parlamento catalán.
Los socialistas se comprometieron a respaldar el recurso ante el Tribunal Constitucional que interpondrá el Gobierno si Mas convoca la consulta, medida que paralizaría la votación. No salió a colación la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna, que prevé la posible suspensión de la autonomía de un territorio, aunque es una herramienta que sigue estando ahí. Rajoy, a su vez, intensificará el diálogo con el hombre puente entre la Generalitat y La Moncloa, el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, y también la presión a través de empresarios y banqueros.
Ambos, no obstante, albergan la esperanza de que el presidente catalán no se atreverá a romper amarras y convocar la consulta. Sus análisis son coincidentes en el sentido de que, a medida que pasan los días, el frente soberanista agudiza sus fisuras. Unió ha dejado claro que romperá con Convergència si pasa de las palabras a los hechos. Además, Iniciativa per Catalunya, sin ir tan lejos, se opone a una pregunta taxativa sobre la independencia y defiende una consulta con varias posibilidades, e incluso dentro de Convergència crecen los partidarios de renunciar al referéndum o aplazarlo si no hay acuerdo con el Gobierno central, un requisito que es insoslayable para los socialistas catalanes, desmarcados del PSOE en este terreno como quedó patente en la votación del Congreso de los Diputados sobre el derecho a decidir del pasado martes.
Esquerra sigue firme
Sólo Esquerra sigue empeñada en hacer una pregunta «clara y con respuesta explícita» de sí o no a la independencia, como manifestó ayer el líder de los republicanos, Oriol Junqueras. Este planteamiento es compartido por un sector cada vez más mermado de Convergència, pero que capitanea Francesc Homs, mano derecha de Mas en la Generalitat.
El problema con el que se encuentra Mariano Rajoy es que tiene poco que ofrecer a Artur Mas, constreñido como está al marco constitucional. Un atisbo de innovación en la oferta, como fue la propuesta de una financiación singular para la región planteada por la presidenta de los populares catalanes, Alicia Sánchez Camacho, desencadenó una rebelión en toda regla entre los barones del PP y tuvo que plegar velas. El presidente del Gobierno confía en que las advertencias en torno a las consecuencias económicas y el vértigo de dar el paso definitivo disuadan a Mas. Entretanto, no cejará en su oferta de diálogo a sabiendas de que tiene un margen muy escaso para ponerse de acuerdo en algo.
En La Moncloa recibieron con alivio el compromiso del PSOE de cerrar filas con el Gobierno frente al desafío independentista. Existía el temor de que la radicalización de la oposición socialista por los casos de corrupción, y en especial por el de Luis Bárcenas, arrastrara a Rubalcaba hacia posiciones más tibias sobre la cuestión catalana. Pero el líder opositor, por sus convicciones, por la beligerancia de Andalucía y el rechazo de la gran mayoría de sus secretarios generales, optó por el frente de Estado.