EL MUNDO 01/03/14
EDITORIAL
No deja de ser paradójico que el resultado de la comisión de investigación sobre la actuación del Gobierno navarro en la Hacienda foral haya acabado comprometiendo más a los socialistas navarros y a la dirección del PSOE, que ahora deben decidir si se alían con Bildu para presentar una moción de censura, que a UPN y al Ejecutivo de Yolanda Barcina.
Los promotores de una denuncia preconcebida para forzar la convocatoria de elecciones y arrebatar el Gobierno de Navarra a UPN tuvieron problemas para justificar unas conclusiones que parecían predeterminadas de antemano. PSN, Bildu, Aralar-NaBai, Izquierda-Ezkerra y Geroa Bai exigieron la dimisión de la presidenta de la Comunidad, Yolanda Barcina, y de su consejera de Economía, Lourdes Goicoechea, y la convocatoria de elecciones el próximo 25 de mayo bajo la amenaza de emprender acciones para poner fin a la «crítica situación» –adujeron– que atraviesa Navarra.
Ha quedado acreditado que Goicoechea solicitó información a la Hacienda navarra sobre contribuyentes vinculados a su bufete de asesoría tributaria, pero no se ha probado que con este comportamiento, si se quiere poco ortodoxo, pretendiera enriquecerse o beneficiar a sus clientes.
Yolanda Barcina adelantó ayer que no piensa dimitir y recordó al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, su «línea roja», según la cual nunca pactaría con Bildu. Ahora la pelota está en el tejado del PSOE porque la única acción política que pueden emprender los promotores de la comisión de investigación para que haya elecciones anticipadas en Navarra pasa, precisamente, por secundar la hoja de ruta de los proetarras y presentar una moción de censura.
La respuesta de la presidenta navarra al dictamen de la comisión parlamentaria pone en un aprieto a Alfredo Pérez Rubalcaba y a Elena Valenciano, que ayer se comprometieron a estudiar las conclusiones de la investigación para decidir «conjuntamente» con la Ejecutiva del PSN, que se reúne hoy, qué hacer.
La tensión entre ambas direcciones es más que evidente desde que el líder del PSN, Roberto Jiménez, dijo que el PSOE en Navarra era él. Los socialistas navarros manejan encuestas que les permiten ser optimistas sobre el resultado de un hipotético adelanto electoral en la Comunidad foral, pero Rubalcaba y Valenciano no pueden permitirse el lujo de que a tres meses de las elecciones europeas se les asocie con los proetarras. Rubalcaba no debe traicionar sus propias convicciones por el interés cortoplacista de sus compañeros navarros.
Por mucho que formaciones como Bildu y Sortu hayan logrado colarse en el juego democrático, resulta evidente que son herederas de las distintas marcas de que se ha valido ETA para colarse en las instituciones. Buena prueba de ello es que el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, haya sido citado a declarar como imputado por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por un delito de enaltecimiento y justificación del terrorismo y de humillación de las víctimas. Los partidos democráticos deben tener claro que no todo vale para acceder al poder.