EL MUNDO 14/10/13
SANTIAGO GONZÁLEZ
Seguramente Rubalcaba no entiende por qué durante la recepción en el Palacio Real del sábado Susana Díaz fue la estrella del evento, mientras el secretario general pasó por el acto con una discreción quizá comparable a la de Magdalena Álvarez. Debería reflexionar sobre su actuación de ayer en Bilbao durante la clausura de la Conferencia Nacional de las JJSS de España.
No es extraño. El PSOE es un yermo tal que la nueva presidenta andaluza ha brillado con dos observaciones elementales sobre la unidad de España y la necesidad de acordar una política de Estado contra la corrupción, en lugar de la vigente moral asimétrica orientada a disimular las culpas propias y cebarse en las ajenas para medrar.
Susana deberá demostrar que le impulsa un aliento regenerador capaz de afrontar los ERE y de sostenerse algunos meses, pero comparada con Rubalcaba, la evanescente Chacón o el inconsistente Madina, ella ha aportado una esperanza, aunque sea muy frágil. En sus dos visitas a Madrid ha apuntado un par de claves que a los demás se les escapan, sin prejuzgar la sinceridad de nadie. Sabe cuál es el discurso, mientras Rubalcaba volvía ayer a la soflama del 13-M de 2004 y al Gobierno que no nos mienta.
Siete leyes educativas en democracia y, tras conocer el resultado del último estudio de la OCDE, en el que nos ha redimido de la mediocridad el farolillo rojo, los últimos entre 23 países, el inspirador de la Logse se ratificaba en la foto de un acuerdo ominoso ante el Congreso: el hombre que aspira a gobernar España escenificaba un pacto, que no es sólo educativo, con todas las fuerzas centrífugas de la democracia española.
Hay que derogar todas las leyes del PP: la de Wert, naturalmente, pero también la reforma laboral y las relaciones con El Vaticano, como si pudiera haber puntos de vista comunes entre un presidente del Gobierno, la marca heredera de Batasuna, ERC, Izquierda Unida y toda la basca secesionista. Bueno, y también la reforma de la Constitución (nosotros, Patxi, que la queremos tanto), para ver si acaba de cuajar la tercera vía con Duran. A uno, las cosas como son, le gustaría más una educación laica, pero antepone el sustantivo, la educación, que es nuestra mayor carencia, a la cuestión adjetiva: laica, si puede ser.
Por otra parte, la demagogia no consiguió distraer a las Juventudes, que vienen con ella ya de serie. Ellos y ellas encuentran ya muy vintage a la actual dirección y quieren primarias para dotar al PSOE de un liderazgo joven y fuerte, en la creencia de que la juventud es un valor intrínseco, mientras el viejo dirigente aspira a retrasarlas hasta la puerta de las elecciones, cuando pueda argumentar que es peor el remedio que la enfermedad.
A Rubalcaba le falta una conversación en profundidad con los socialdemócratas alemanes o que Susana le explique lo que no es ni puede ser –a ella le basta pactar con IU– o, ya en última instancia, que se quite la camisa y ocupe su escaño con el torso al aire, que es el fashion trend de la más rabiosa actualidad.