EL MUNDO 13/09/13
· El líder del PSOE reclama a Rajoy que «no minimice» la cadena y plantea una reforma de la Constitución para «salvar la convivencia»
· El ministro tilda de «éxito» la Diada y propone modificar las «competencias y la financiación»
El Gobierno asiste con preocupación a la deriva del soberanismo y ve con profundo escepticismo la posibilidad de que pueda haber finalmente un acuerdo entre Mas y Rajoy. Sin embargo, en sus filas hay también quien cree que ahora se impone una actitud más flexible, que busque la vía para anclar Cataluña a España mediante una revisión del reparto de competencias y del sistema de financiación. Es el caso del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, que ayer calificó de «éxito» la Diada, y coincidió con el líder del PSOE en que es necesario «escuchar» las demandas de los catalanes.
Margallo vino a explicar los argumentos que esbozó el martes en los pasillos del Senado. Él contempla con «tristeza» los deseos independentistas. Es más, cree que de llevarse a cabo serían una «amputación extremadamente dolorosa» que sólo conduciría a Cataluña a «vivir mucho peor», y apuesta por «convencer» de ello a unos ciudadanos que sienten desafección hacia el Estado por razones lingüísticas y porque se sienten maltratados en los terrenos de la financiación y las infraestructuras. Pide pues reformas, aunque sin cambiar la Constitución.
Para Margallo, la cadena humana de la Diada fue un «éxito de convocatoria, organización, logística y comunicación», y mantiene que ahora «hay que escuchar a la calle» aunque no sea ahí donde se hace la política. «El diálogo», dijo, «tiene que trasladarse a las instituciones» y desarrollarse «en el marco constitucional».
Margallo no reclama una reforma de la Carta Magna. En su opinión es posible revisar la organización territorial y, por supuesto, la financiación, sin tocar la ley de leyes. En ese punto se distancia claramente del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, para quien también es imprescindible «escuchar» a los catalanes que han salido a la calle. Rubalcaba mantiene que con la inacción, el Gobierno de Rajoy está empeorando las cosas y propugna una reforma constitucional «para salvar la convivencia». Él cree que Rajoy intenta «minimizar» las reclamaciones y el malestar que llega de Cataluña y por eso ayer criticó que la vicepresidenta hiciera hincapié en «escuchar a las mayorías silenciosas».
Pese a estos pronunciamientos, ayer, fuentes del Ejecutivo insistían en que ni en el mejor de los escenarios recientemente planteados cabe realmente un acuerdo entre Mas y Rajoy. «Ni siquiera sería posible la vía de una consulta no vinculante autorizada por el Gobierno, con una serie de preguntas no taxativamente soberanistas», decía un ministro, «porque no cabe en la Constitución».
«Yo sí veo posible una consulta autorizada por el Ejecutivo», decía por su parte un alto cargo del Estado, «lo que no veo en absoluto es una pregunta que sea constitucional en su propio contenido». Así, según estas fuentes, Rajoy apurará su «diálogo discreto» con la Generalitat hasta el final, pero en la idea de que no va a llegar a ningún puerto distinto del actual. «Rajoy es un muro», presumía uno de sus ministros.
En el mismo contexto, en el Gobierno no se dan por enterados de los matices introducidos en el discurso por parte del ministro de Exteriores. «No se expresó bien», dijo uno de sus compañeros. «Ya se sabe lo expansivo que es Margallo», apuntó otro. Y en un tono parecido reciben las propuestas de reforma constitucional de Rubalcaba: «Dice que salvaría la democracia, pero lo que busca con ello es resolver sus problemas con el PSC», decía un ministro.
«La Constitución siempre se puede reformar», añadía el alto cargo, «pero lo que no parece posible es cambiar el artículo 2, que es el de la unidad de España, y es el único que interesa a los nacionalistas».
Escéptico pues, y preocupado, el Ejecutivo se plantea un feo escenario en relación con Cataluña: si, como se teme, Mas llega hasta el final en su empeño, el Gobierno recurrirá sin dudar el acto ejecutivo de la consulta por parte del Govern ante el Constitucional. A partir de ahí, y según los cálculos del Ejecutivo, Mas podría hacer dos cosas: bien desobedecer, bien convocar unas elecciones de signo plebiscitario. En este caso, en el Gobierno creen que podría hacerlo con una única lista, una coalición de partidos soberanistas. Se trataría del peor escenario. Para ninguno de los dos, hoy por hoy, tiene el Gobierno de Rajoy respuesta.