TEODORO LEÓN GROSS-ABC
- No depende de la ética o la legalidad; sólo de los intereses del jefe
Que la suerte de Rubiales dependiera del pulgar de Pedro Sánchez es pura justicia poética. Al cabo, él mismo, que llegó al cargo coincidiendo con la moción de censura en mayo de 2018, ha sido un personaje más del retablo de esta época. Quienes la noche de autos, después de ver a este patán zafio agarrarse los mismísimos junto a la Reina y robarle un pico a una futbolista, ni le vimos la gracia ni callamos -gama que va de La Sexta a la SER- no necesitamos más golpes de pecho para proclamar la vergüenza. Rubiales es un tipo que no debía de estar allí, porque su trayectoria ya venía embarrada de escándalos como el negocio de comisiones suculentas con Piqué al llevarse la Copa del Rey a Arabia. Pero el Gobierno entonces no hizo nada, salvo algún hipito, como con Negreira. Rubiales, acostumbrado a la impunidad y con un título, simplemente actuó como lo que es.
Pero entonces llegó el pulgar del César y se acabó. #SeAcabó.
Es una lección de 1º de Sanchismo. Tu suerte no depende de la ética o la legalidad, y tampoco de la gravedad de los hechos; sólo de los intereses del jefe. Toca o no toca, y ahora sí tocaba. Mala suerte, Rubi, dado el éxito hasta ahora aplicando el ‘Manual de Resistencia’, marca de la casa. Una vez más los hechiceros de Moncloa han vuelto a olfatear bien el ‘Kissing Scandal’ como titula su Biblia, unas veces ‘The Guardian’ y otras ‘The New Yorker’, y han optado por dejar caer al golfante hasta ahora protegido. Y es lógico que lo de Rubiales en Sidney le cueste el cargo, lo ilógico es que hasta ahora no se lo hubiera costado. ¿Dónde estaban entonces las ministras? Probablemente como con las últimas rebajas por el ‘solo sí es sí’ a dos hermanos que emborracharon a la niñera de 17 antes de violarla o al tipo que abusó de una cría de 11: mirando para otro lado. Esto no va de principios, al grito marxista de «¡tengo otros!», sino de puntuar en la competición de postureo de cara a la galería. El Gobierno ha mandado a la Fiscalía elevar esto, por la vía rápida, a agresión sexual. ¿De quién depende la Fiscalía, eh?
Mala suerte para Rubiales que la investidura de Sánchez no dependa de él. Si no, ya se sabría preindultado o amnistiado, y con una sonrisa condescendiente como esos CDR -apreteu!- preparados para atentar contra la Vuelta. A él, hijo de socialista histórico tocado por los ERE, esta vez le toca el fuego en la plaza pública para que esa izquierda ‘woke’, convertida en secta religiosa, queme al hereje. Yolanda Díaz se postuló para encabezar a la multitud con la antorcha -algún diario titula «Madrid inunda las calles…» computando en el subtítulo no más de 800- y ella ha incapacitado a los entrenadores liderando la caza de brujas de quienes ya señalan incluso a Nadal por no repetir sus consignas. O al propio Rey. Ya se sabe: o con el Movimiento o contra el Movimiento. El caso Rubiales es todo un aguafuerte del sanchismo en víspera de otros dos años al menos en el poder.