Ratifica en la Audiencia Nacional que la izquierda abertzale apuesta por «cerrar el ciclo de la violencia de forma definitiva»
Menos taxativo que sus compañeros en la izquierda abertzale Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga. Rufi Etxeberria, exmiembro de la mesa nacional de Batasuna y uno de los impulsores de Sortu -partido ilegalizado por el Supremo a la espera de que el Constitucional revise el caso- trató ayer de eludir las críticas abiertas a ETA. El dirigente independentista, que en los últimos meses ha ejercido como portavoz de este movimiento político, ofreció en la Audiencia Nacional un discurso menos contundente sobre la violencia terrorista, aunque se mostró convencido de la apuesta de la izquierda abertzale por las vías «exclusivamente pacíficas».
Etxeberria insiste en que la izquierda abertzale «ha roto con todo lo anterior»
Etxeberria compareció como testigo a petición del fiscal Vicente González Mota, aunque el viernes deberá comparecer de nuevo citado por la defensa de Díez Usabiaga, dentro del proceso Bateragune por el que se acusa a Otegi y otros siete representantes de la izquierda abertzale de intentar reconstruir la ilegal Batasuna. Durante su declaración, el exmahaikide repitió el argumentario básico ya expresado en la primera sesión de la vista oral por los principales imputados en esta causa. Insistió en la tesis de que tras el atentado de la T4, el 30 de diciembre de 2006, en los líderes independentistas arraigó la idea de que había que realizar una apuesta decidida por las vías exclusivamente pacíficas y dejar atrás la estrategia «político-militar».
Para ello, reconoció, Otegi y el exsecretario general de LAB promovieron un debate interno, «el debate» según sus propias palabras, un intercambio de opiniones para fijar «un nuevo rumbo» que definió como «histórico» y de «extraordinaria importancia». «Ha sido el más importante desde que ejerzo mi militancia», advirtió tras reconocer que forma parte activa de la primera línea de la izquierda abertzale desde los años ochenta.
De ese diálogo interno, mantenido en primer lugar por dirigentes de peso, «aunque sin una estructura definida», y luego trasladado a las bases a través de la ponencia ‘Clarificando la estrategia política’, surgió la convicción de que la izquierda abertzale había alcanzado la «madurez para apostar por el cierre definitivo de la violencia». «Por primera vez las bases militantes toman parte sobre la estrategia de ETA. Entienden que la izquierda abertzale y su tarea política debe discurrir sin lucha armada», explicó Etxeberria, que antes había recordado cómo en el alto el fuego de 2006 trabajó «codo con codo» con Otegi tanto en las conversaciones de Loyola con PSE y PNV como en los contactos en Ginebra entre el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y la banda terrorista. «El ciclo de la violencia -insistió- se debe cerrar de forma definitiva».
Aunque coincidió con sus compañeros en la necesidad de separarse de la actividad terrorista, el dirigente abertzale fue más comedido a la hora de hablar de ETA. Aseguró que la banda terrorista forma parte de la izquierda abertzale, entendida ésta como un gran movimiento que persigue la independencia de Euskal Herria y el establecimiento de un modelo social «revolucionario y de izquierdas». «Dentro de la izquierda abertzale -sostuvo- hay una organización armada». Una entidad con la que mantienen «una semejanza en objetivos estratégicos», pero a la que, sostuvo, no les ata «estructura compartida» alguna. Mientras la organización terrorista aboga por la comisión de atentados, el movimiento político, sostuvo, ha «roto» con esa estrategia, «con todo lo anterior».
Otegi se lo pidió
En su intervención no hubo, sin embargo, muestra de condena o rechazo a la actividad terrorista, nada que ver con lo que el lunes habían subrayado Otegi y Díez Usabiaga. Sí reconoció que fue el propio exlíder de Batasuna quien le pidió que «cogiera el timón» de la organización e impulsara el debate interno sobre la apuesta por las vías exclusivamente pacíficas. Una solicitud que Otegi le hizo en el mismo momento en el que estaba siendo detenido, el 13 de octubre de 2009, en la sede de LAB en San Sebastián por la acusación que le tiene ahora sentado en el banquillo de los acusados. Desde entonces, él ha sido el rostro de la izquierda abertzale en actos como la Declaración de Alsasua, la firma con Eusko Alkartasuna del acuerdo Lortu Arte y la presentación de los estatutos de Sortu, en febrero de este año.
EL CORREO, 29/9/11