VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 08/06/16
· Ya se están preparando para la guerra, ya están tomando posiciones para lo que ha de venir y ya se están haciendo las advertencias que anuncian la tempestad que puede desatarse si la noche del 26 de junio las urnas no le dan un respiro a Pedro Sánchez lo bastante hondo como para que las facas vuelvan a sus fundas y aquí no ha pasado nada. Pero las cosas no parecen pintar bien y los barones, por boca de Susana Díaz, ya le están advirtiendo contra la tentación de pactar con Podemos, que es algo a lo que Pablo Iglesias le está empujando varias veces todos los días. Y no digamos lo que le va a empujar si los resultados dicen que un pacto entre los dos partidos –en realidad ya tres– permitiría la formación de Gobierno.
Si eso sucede así, pero con un PSOE habiendo quedado por debajo de los magros 90 escaños con que se saldó la apuesta socialista el 20 de diciembre, la guerra se desatará en el seno del partido. Y será una guerra cruenta porque Pedro Sánchez ha demostrado ya que no está dispuesto a someterse a las órdenes, o para ser más suaves, a las directrices que pretendan imponerle los barones desde el Comité Federal. Por eso recurrió en su día a la militancia, saltándose lo que de democracia representativa tiene la estructura orgánica de ese partido, y se echó en brazos de las bases, que le respaldaron con suficiente contundencia como para que pudiera sentirse fuerte ante los secretarios regionales.
Eso mismo es lo que va a volver a hacer a poco problema que se le ponga por delante. Se lo dijo ayer a la cara a Susana Díaz y, como aviso a navegantes, a todos los demás. Él sabe que las bases del PSOE se inclinarían muy mayoritariamente por respaldar su decisión si eventualmente logra cerrar un acuerdo con Podemos e Izquierda Unida. Un acuerdo que, además de permitirle acceder al poder –en la hipótesis de que el PSOE quede por delante de Podemos, siquiera sea mínimamente–, le garantizará seguir con vida, políticamente hablando.
Y no sólo eso: es que, por mucho que en ese caso muchos de los barones se revolvieran en sus asientos, no hay partido que entre en una guerra interna si ha alcanzado el Gobierno. Por tanto, él va derecho a eso siempre que se cumpla la condición de que la Presidencia la ostentaría él. Es intención de Sánchez pasar por encima de los reparos de sus barones y llevar su proyecto –y su necesidad– hasta el límite de lo posible. Y la apuesta le puede salir bien aunque, después de que lo consiga, la tarea de gobernar y de mantener indemne la identidad del partido se llegue a convertir en un tremendo via crucis al final del cual él será el crucificado.
Pero cosa muy distinta será si las urnas le otorgan menos escaños que los que tiene ahora. En ese caso no podrá hacer lo que se propone porque no habrá militancia capaz de imponerse a la estructura orgánica del partido y a sus representantes. Ahí no es que no habría margen de maniobra, es que no habría piedad. Y el PSOE podría pasar a la oposición o tomar otros caminos posibles, pero Sánchez ya no estaría al frente de él.
VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 08/06/16