LIBERTAD DIGITAL 02/02/17
PABLO PLANAS
· El frente nacionalista ha aprovechado la pasividad gubernamental para intensificar hasta extremos nunca vistos las tareas de agitación y propaganda.
Parece que Mariano Rajoy se ha enterado al fin de la gravedad del expediente catalán. Y, visto lo de la sesión de control entre el diputado de ERC Joan Tardà y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, queda meridiano que no hacía falta montar un despacho en la Delegación de Gobierno de Cataluña para calibrar el alcance de las intenciones separatistas. Cuando Artur Mas empezó con la caraja, Rajoy decidió que lo mejor era ignorar las amenazas, estrategia que culminó dos días después del referéndum del 9-N de 2014 en una rueda de prensa en la que el presidente del Gobierno respondió «¿Qué referéndum?» a una pregunta sobre el referéndum y la prohibición del mismo por parte del Tribunal Constitucional.
La vacilada de Rajoy, ese improvisado ninguneo de que aquí no ha pasado nada, es precisamente el argumento de la defensa de Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau de cara al juicio que en teoría se tiene que celebrar el próximo lunes 6 de febrero en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). El «en teoría» se funda en la hipótesis de que, ante la masiva manifestación a las puertas del juzgado, los encausados no puedan acceder «físicamente» al banquillo. No hace tanto (octubre del año pasado) que Catalunya Ràdio organizaba una encuesta sobre el particular. «¿Estáis dispuestos a impedir físicamente que se juzgue a Mas, Ortega y Rigau?», preguntaron a su audiencia. Ganó el no, pero la Asamblea Nacional Catalana asegura que ya dispone de más de quince mil voluntarios para rodear el juzgado, bloquear el paso y amedrentar a los jueces. Tampoco es un factor menor que la jefa de los funcionarios autonómicos, la consejera de Gobernación, Administraciones Públicas y Vivienda, Meritxell Borràs, haya recomendado a todos sus subordinados con aspiraciones que pidan un día de asuntos propios para retratarse en el selfie del #todossomosarturmas.
Entre las causas de este calentón separatista no es menor la relacionada con la actitud del Gobierno. El frente nacionalista ha aprovechado la pasividad gubernamental para intensificar hasta extremos nunca vistos las tareas de agitación y propaganda, al tiempo que se ha agenciado las contraseñas y claves necesarias para el día después de la desconexión y de datos de toda índole, desde la ideológica a la económica, de los ciudadanos de Cataluña.
Las burdas y obscenas maniobras de la Generalidad y los partidos que gobiernan la Generalidad desveladas en el affaire Vidal se han practicado en el terreno abonado de la inmersión lingüística, la manipulación mediática y la asimilación del dogma del hecho diferencial incluso fuera de Cataluña. De ahí la operación Diálogo del Gobierno, enésima reposición del beatífico propósito de saciar la voracidad de los caciques catalanistas.
Ante la reacción ultramontana del Consell Executiu a su oferta de refinanciación autonómica, el Ejecutivo asegura que no descarta adoptar «medidas coercitivas» para impedir el referéndum o referéndum del que ya hay un precedente. Nunca es tarde, sostiene Rajoy. Sin embargo, el maquinista del proceso cree que a buenas horas y ha dado la orden de más carbón que es la revolución. Mas, Puigdemont, Junqueras y Anna Gabriel mascullan «ya te apartarás» mientras fijan el rumbo de colisión.