Ignacio Ruiz-Quintano-ABC
- El protocolo inglés para la guerra nuclear parece la base intelectual de las ideas políticas para disolver la conciencia de España en el Estado de las Autonomías
Con los fogonazos americanos en Hiroshima y Nagasaki, Bertrand Russell es la primera inteligencia en darse cuenta de la nueva situación: en una guerra nuclear ningún bando puede esperar la victoria, con lo que la única esperanza es evitar la guerra, y promueve un manifiesto para reclamar una manera de pensar que haga posible la evitación de la guerra, ésa que hoy jalean los Manolos del Bombo Liberalio.
«Otra manera de pensar», es la clave, no «prohibir las bombas», pues en caso de necesidad volverían a fabricarlas: «Hay algo más fuerte que la autoconservación: el deseo de vencer al otro». A Russell le había horrorizado escuchar a la señora Roosevelt proclamar que «era mejor la aniquilación de la raza humana antes que sucumbir al comunismo».
-El primer gesto surgió de la colaboración entre Einstein y yo. Einstein firmó en su última semana de vida.
Einstein y Russell no son el doctor Carballo y Dani Innerarity. Russell escribe a Eisenhower y a Kruschev: «Muy poderosos señores míos». Acaba en la cárcel (en coche celular, no en taxi, como en ocasiones anteriores) por incitación a la «desobediencia civil».
-¡Qué vergüenza! ¡Un anciano de 88 años! -exclaman entre el público, y Russell se ofende porque no comprende qué tiene que ver la edad con la culpabilidad.
Unos ‘Espías por la paz’ averiguan los planes del gobierno inglés para actuar en caso de guerra nuclear. UK se dividiría en regiones, cada una con su propio gobierno y poderes autocráticos constituidos por un cuerpo de oficiales predesignado e instalado en Sedes Regionales de Gobierno subterráneas. Ellos decidirían la suerte de los demás ante la radiación, algo así como lo visto en las ‘raves’ de Boris Johnson en Downing Street durante la pandemia.
El protocolo inglés para la guerra nuclear parece la base intelectual de las ideas políticas que seis hombres impusieron, con Suárez a los mandos (se dice pronto), ese método disolvente de la conciencia de España que es el Estado de las Autonomías.